(Bloomberg) El llamado repentino de Venezuela a renegociar sus miles de millones de dólares en deuda podría complicar la vida de sus dos principales clientes de petróleo: China y Rusia.
El presidente Nicolás Maduro tomó desprevenidos a los tenedores de bonos el jueves con la promesa de conseguir un alivio de deuda de los acreedores de Venezuela, lo que provocó el desplome de los bonos del país.
Pero la medida también puede haber sido calculada para tranquilizar a los países que se encuentran entre los principales prestamistas de Maduro y los clientes más importantes de la industria petrolera, la joya de la corona del país.
De propiedad estatal, Petróleos de Venezuela SA, guardián de las reservas de petróleo más grandes del mundo, ha visto caer la producción a un mínimo de 14 años, afectado por el colapso económico del país, una caída global de los precios del crudo y las sanciones de Estados Unidos.
Conforme las refinerías estadounidenses, que alguna vez fueron los principales clientes de PDVSA, han comprado menos, China y Rusia han intervenido. Los dos países han prestado más de US$ 60,000 millones para aumentar la producción allí, pagando por adelantado por más de 1,000 millones de barriles.
“Venezuela es demasiado importante para que China o Rusia la dejen caer”, señaló Thomas Onley, analista de la consultora Facts Global Energy. “Las cosas se ponen difíciles, no hay dudas al respecto, pero China y Rusia son los sustentos”.
En un mitin en Caracas, Maduro dijo que su país, con problemas de liquidez, buscaría sostener conversaciones con los acreedores, incluyendo por la deuda pendiente de PDVSA. Culpó a las sanciones estadounidenses por secar el pozo para una nueva financiación.
La intención de reestructurar la deuda se produce cuando Venezuela espera recibir más ingresos por su petróleo. El precio de la canasta de petróleo del país subió a CNY350.75 (US$ 52.90) el barril el viernes, el nivel más alto desde julio del 2015. Y Venezuela aprobó un pago de principal de US$ 1,100 millones en un bono de PDVSA el jueves.
Sin embargo, eso deja al país con apenas US$ 10,000 millones de reservas en divisas, una señal, tal vez, de lo cauteloso que podría ser Maduro de meter a la petrolera en un complicado default. Que de inmediato haya hecho una demanda de alivio es un indicio de que Maduro ve la situación como insostenible.
En el 2001, Venezuela bombeaba más de tres millones de barriles por día. El mes pasado, la producción nacional de crudo cayó a 1.95 millones de barriles diarios y el número de plataformas venezolanas se encuentra en su nivel más bajo desde junio del 2012.
Con el desplome de la producción, PDVSA se ha visto obligada a comprar más cargamentos del exterior para mezclarlos con su propio petróleo de baja calidad similar al alquitrán. Mientras tanto, muchas de sus refinerías han cerrado debido a averías recurrentes o falta de suministros nacionales para procesar.
Sanciones impuestas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, destinadas a castigar la represión de Maduro contra la oposición política, ayudó a reducir las exportaciones a Estados Unidos en 35% de agosto a octubre.
Durante el mismo periodo, los envíos diarios a China se duplicaron mientras que las cargas a la compañía petrolera estatal rusa Rosneft PJSC más que se triplicaron, según los datos de aduanas de Estados Unidos y un informe de envíos compilado por Bloomberg. Pero los ingresos de esas ventas son limitados porque son reembolsos por préstamos anteriores.
Precio pagado
Pasar al riesgoso proceso de renegociación puede ser el precio que debe pagar Venezuela para preservar esa línea de vida, dijo Francisco Monaldi, investigador de política energética latinoamericana en la Universidad de Rice en Houston.
“Rusia y China tienen incentivos para proporcionar financiamiento solo para inversión petrolera, de modo que puedan obtener los reembolsos del petróleo”, dijo Monaldi. “Si Venezuela puede reestructurar con éxito la deuda con los tenedores de bonos que la haría más atractiva para Rusia y China para ayudar, pero es poco probable que les dé más dinero solo para pagar a los tenedores de bonos”.
Rosneft dijo en agosto que no está planeando ningún otro pago por adelantado a PDVSA después de proporcionar alrededor de US$ 6,000 millones en préstamos, incluidos los intereses.
En busca de más ayuda, en las últimas semanas PDVSA recurrió a las casas de negociación de petróleo en busca de más acuerdos de pagos por adelantado.
La compañía sostuvo conversaciones con Trafigura Group sobre una propuesta que preveía que la casa mercantil con sede en Singapur pague hasta 80% de un contrato de petróleo de US$ 700 millones por adelantado, según correos electrónicos y presentaciones de PowerPoint revisadas por Bloomberg News.
PDVSA acudió a al menos otra casa comercial con un acuerdo similar, de acuerdo con una persona familiarizada con el asunto que pidió no ser identificada porque las conversaciones eran privadas. Ningún trato fue consumado.
PDVSA tiene refinerías en el extranjero y cuentas por cobrar de petróleo que podrían convertirse en un objetivo en cualquier disputa de deuda. El brazo de refinación estadounidense de la compañía, Citgo Holding Inc., ya se ha utilizado como garantía para respaldar algunos bonos.
Si los acreedores comienzan a perseguir activos, los compradores recurrirán a otras fuentes de crudo, deprimiendo no solo la demanda, sino también el precio del principal tesoro de Venezuela.
Un default real en PDVSA crearía “riesgos importantes a la baja tanto para la producción como para las exportaciones de petróleo”, dijo Luisa Palacios, directora gerente senior de Medley Global Advisors. Ella estará pendiente de ver si el productor de petróleo hace sus pagos de intereses de bonos la próxima semana, dijo. “Lo sabremos para el 10 de noviembre”.