Lo que se viene tras la ‘ley pulpín’: Más populismo y baja productividad

El abogado Jorge Toyama estima que los aspirantes a la presidencia plantearán continuar la tendencia normativa hacia la rigidez laboral. En tanto, el economista Carlos Adrianzén descarta el próximo gobierno aplique una regulación que solucione la informalidad en el país.

Con 91 votos a favor, 18 en contra y 5 abstenciones, el Congreso de la República derogó ayer la ley del nuevo régimen laboral juvenil. ¿Qué viene ahora? Según los datos del IPE, solo el 10% de los jóvenes que trabajan tiene un empleo formal y la situación se mantendría así para muchos economistas.

Jorge Toyama apunta que ante un año electoral los candidatos a la presidencia evitarán tratar la flexibilidad laboral y tenderán hacia la rigidez para ofrecer más beneficios a los trabajadores como apuesta populista.

“La derogatoria de la ley es un símbolo de que no se pueden hacer reformas intermedias en el Perú. Desde el 2002, toda la normativa ha estado orientada la rigidez y ahora se genera un escenario claramente populista. Este iba a ser el primer intento de volver un poco flexible el mercado y la misma norma, pero ahora las posibilidades de que se busque la flexibilidad son remotas”, comenta el laboralista.

Y destaca que en contratación y despido, el Perú ocupa el puesto 15 entre los más rígidos del mundo, según los datos del Foro Económico Mundial (WEF) que analiza 144 países, posicionándose solo por debajo de Venezuela en la región, y que los jóvenes suponen uno de los grupos más afectados por el desempleo, subempleo o la informalidad.

¿Nueva regulación?
Para Carlos Adrianzén, la derogatoria resulta irrelevante para el desempeño del mercado laboral, pues no solucionaba el problema de la productividad de los trabajadores nacionales, que implica a la mayoría y no solo a los jóvenes.

El economista señala que, en vez de plantear nuevas o leyes o aumentar los regímenes laborales, lo más importante es atender la causa del problema; esto es, concentrarse en que el país tiene una fuerza laboral con baja productividad no ‘empleable’ o no atractiva para los empleadores formales y ofrecer una mejor educación.

“Tenemos más de 40 regímenes laborales y creemos que vamos a resolver el problema con otro. Hay que gastar más en educación de calidad y destrabar las inversiones para aumentar la demanda de mano de obra calificada y no calificada”, anota.

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