La frustración en su trabajo, el desencanto profesional y la necesidad de huir de un empleo o de una empresa que detesta tiene mucho que ver con su capacidad para gestionar las expectativas.
Diseñar un nuevo empleo o un puesto con una visión fuera de la realidad lleva al hastío profesional. Resulta determinante no idealizar las expectativas, y para eso es conveniente tener muy claro qué queremos.
Olvídese de la obsesión por el trabajo perfecto, porque éste no existe. Y tampoco la empresa o el jefe ideal. Pero si usted ha conseguido saber qué quiere, a qué está dispuesto a renunciar, dónde pretende llegar y que valor aporta, conseguirá un antídoto contra la frustración.
¿Por qué trabaja? Lo más fácil sería responder que “por el sueldo”. Pero la retribución, que es un básico, ha dejado de ser el principal argumento de motivación para acceder a un trabajo o permanecer en él. Si contesta a esta pregunta, tendrá alguna ventaja competitiva.
Estas son algunas posibilidades y sus consecuencias, que no tienen que ver con el sueldo:
1. Por tener influencia
Algunos persiguen brillar con luz propia en su compañía, y no se preocupan tanto del sueldo, los cargos o los beneficios tangibles como de tener una marca personal muy potente. En todo caso, cabe preguntarse hasta qué punto merece la pena ser un influencer en nuestra empresa.
Básicamente, gestionar nuestra marca personal consiste en el arte de invertir en nosotros mismos sobre la base de crear valor para los demás. Tiene mucho que ver con la pregunta de qué debemos hacer para destacar dentro de una organización. Y la respuesta es, según Guillem Recolons, socio de Soymimarca, “para hacer que los demás brillen.
Se trata de una estrategia no apta para cortoplacistas, ya que hacer que los demás brillen sin pedir nada a cambio nos posiciona como proveedores de valor”.
Para impulsar una carrera dentro de la propia empresa es necesario ofrecer un valor añadido a lo que se hace normalmente. Si usted sabe, sus opiniones cuentan y esto le abre puertas a nuevas posibilidades de cooperar en otros proyectos dentro de la organización.
Andrés Pérez, consultor en estrategia personal, recuerda que “un profesional en la situación actual debe considerarse a sí mismo como un proveedor de servicios que, para destacar, debe esforzarse por superar las expectativas, por actualizarse, por aprender y encontrar un área de especialización, y desarrollar sus propios estándares individuales como YO S.A. para aportar más valor que sus competidores”.
El concepto lynchpin sirve para definir a aquellos profesionales cuya actividad resulta esencial para la compañía en la que trabajan. Y esto multiplica los niveles de felicidad de quienes lo logran. Supone alcanzar una posición central en una organización, ya que no es lo mismo estar en el núcleo fundamental o en la periferia de la compañía.
Se trata de una cierta categoría que proporciona evidentes beneficios psicológicos, un mayor sentido de la experiencia y más compromiso. También supone un antídoto contra la inseguridad laboral o la posibilidad de quemarse en el puesto.
Y en todo caso, recuerde que algunas personas tienen una habilidad extraordinaria para hacerse visibles, pero esto no quiere decir que tengan más talento.
Aunque resulta relevante ser fiable y útil, de nada sirve si usted es invisible y no sabe venderse. Las acciones construyen marcas personales inteligentes y sostenibles en el tiempo. Ser distinto en el ámbito laboral es ya una necesidad, pero no se trata sólo de llamar la atención. Si quiere ser considerado como un profesional que brilla con luz propia y que es distinto, debe demostrar que lo que hace le lleva a obtener más resultados que el resto.
2. Para ascender
Si usted persigue un ascenso, debe tener en cuenta que numerosos estudios concluyen que un 70% de los empleados no está satisfecho en un trabajo que no le llena y al que no encuentran sentido. Y ni siquiera las promociones les compensan. Aunque en el desarrollo de nuestra carrera el camino natural es el ascenso, subir no proporciona apenas satisfacción profesional (es algo parecido al sueldo).
Se suele hablar de la paradoja de la promoción, que tiene que ver con el hecho de que los ascensos no siempre son aceptados por los profesionales como verdaderos factores de motivación. La satisfacción laboral plena es un estado difícil de alcanzar, y un quebradero de cabeza para las empresas.
Scott Mauz, antiguo directivo de Procter & Gamble y autor de Make it Matter, explica que “cuando hay una jerarquía, nuestro deseo natural es llegar a ella, pero muchas veces escalar posiciones no implica que nuestro trabajo o puesto resulte verdaderamente relevante y satisfactorio. Trabajamos duro, pasamos muchas horas fuera de casa, lejos de los nuestros… Conseguimos una promoción y nos damos cuenta al cabo de tres días de que eso no es lo que queremos realmente. No es lo que motiva a largo plazo”.
La paradoja de los ascensos puede ser una fuente de estrés y frustración porque percibimos una situación laboral que no es sostenible y que implica que el trabajo duro se incentiva con un ascenso, pero esa promoción no satisface profesionalmente. Una vez más, es cuestión de gestionar las expectativas.
Recuerde que las motivaciones intrínsecas son las que nos dan la verdadera felicidad laboral. Son recompensas que nos damos a nosotros mismos del tipo “siento que estoy aprendiendo”; “percibo que formo parte de un grupo exclusivo”; “soy útil en la organización”; o “me siento reconocido”.
3. Para trabajar menos
Puede parecer increíble, pero trabajar menos puede ser una aspiración para llegar a un puesto o a una empresa. En ocasiones, trabajar menos (pero con objetivos) se convierte en un reclamo para captar el mejor talento.
Para entender esto hay que explicar que el trabajo para siempre se acabó, que resulta cada vez más difícil orientar a los candidatos para que encuentren estabilidad en el mismo puesto, porque ésta ha dejado de existir. Eliminada la estabilidad, aparecen nuevas fórmulas de trabajo. Además, los ciclos de permanencia en las organizaciones se acortan, y esto tiene consecuencias en lo que se refiere al compromiso, al contrato emocional, a la fidelidad y a la carrera profesional.
No debe confundir lo que significa trabajar menos. Quizá sea mejor hablar de “trabajar diferente”, siguiendo los principios de la mentalidad start up, que es enemiga del presentismo y de la multitarea inútil que no aporta nada.
La concepción del trabajo típica de la mentalidad start up nos lleva a compañías en las que sus profesionales disfrutan de los fines de semana y salen de la oficina a horas sensatas. Las organizaciones se caracterizan por la velocidad, la agilidad, los nuevos ritmos de trabajo, la flexibilidad y una organización horizontal y colaborativa.
Esta nueva cultura del tiempo en el trabajo que choca contra el presentismo, los horarios interminables, o la vieja cultura del “estar” frente al “hacer” que impera en demasiadas organizaciones es lo que le puede llevar a preferir “trabajar menos”.
Hay que tener muy en cuenta que cada vez más empresas ofrecen la recompensa del tiempo antes que un ascenso o la retribución. El tiempo libre es ya una moneda común en muchas compañías que desean recompensar a sus profesionales de manera diferente y efectiva. Esto implica una libertad nunca vista en la autogestión del tiempo e incluso de las propias vacaciones.
4. Por la flexibilidad
Evidentemente, este aspecto tiene que ver con la gestión del tiempo. Pero aún hay quien busca un trabajo que le permita conciliar. La conciliación es un mantra que queda obsoleto ante los nuevos modelos de trabajo. Si su mayor objetivo es conciliar, debe tener en cuenta que el nuevo escenario laboral implica exigencias de tiempo y dedicación nunca vistas, y requiere por tanto de una gestión específica por parte de cada uno que nada tiene que ver con los presupuestos tradicionales de conciliación que son habituales en muchas empresas.
Frente al equilibrio entre vida personal y laboral, hay quien habla de la necesidad de integración. Se trata de prescindir del “estar” en la oficina, y obliga a que las organizaciones se planteen una libertad laboral que, en todo caso, choca inevitablemente con la exigencia de una disponibilidad de 24 horas a la que muchos profesionales deben resignarse o negarse.
5. Para dar un paso atrás
Para seguir la recomendación de reinventarse profesionalmente, resultará positiva la estrategia del paso atrás para recomponer nuestra carrera laboral. Ese paso atrás puede ser el argumento para aceptar un trabajo. Básicamente se trata de bajar algún escalón profesional cuando nuestra carrera está estancada y resulta imposible avanzar, ya sea por culpa nuestra, de nuestra empresa, o porque el sector en el que trabajamos no ofrece ninguna posibilidad de futuro.
En cierta forma, este paso atrás es pasar a la acción y volver a invertir en nuestro futuro tomando un camino distinto que al final resulta determinante para nuestro destino. Y para ello conviene olvidar los prejuicios que limiten la capacidad de recolocarnos.
Ovidio Peñalver, socio director de Isavia, recuerda que este paso atrás “puede suceder dentro de la propia compañía, cuando decidimos cambiar de área funcional. Perdemos estatus, categoría, o sueldo. Pero sólo el hecho de cambiar de área funcional puede ser una inversión, que implica un retorno. También está la posibilidad de cambiar de empresa: en ocasiones, por ir a otro sector diferente o a una organización mucho más potente, también puede compensar el paso atrás”.
6. Porque cree que es muy bueno
Tenga cuidado: ser bueno, o simplemente creérselo, no impedirá que su empresa pueda prescindir de usted. Si ser muy bueno (o estar convencido de que lo es) es su argumento principal para trabajar, recuerde que una buena dosis de ego puede ser útil en una entrevista de trabajo, al negociar un aumento de sueldo, o al solicitar un ascenso o una promoción profesional.
El ego puede ser positivo si incluye una necesidad de reconocimiento o cuando se trata de una ambición sana, pero la arrogancia y el narcisismo desmedido son perjudiciales para su carrera a largo plazo.
Y no olvide que ser una prima donna no impedirá que prescindan de usted. Ser bueno también tiene fecha de caducidad, y debe estar preparado para su declive profesional. Conviene tener un plan B para cuando lleguen las vacas flacas.
Tenga en cuenta además que para algunas organizaciones, prescindir de ciertos profesionales estrella no sólo no es malo, sino que supone una liberación. Si la marca de la compañía en la que trabaja está bien concebida y mantiene valores claros, su desaparición como profesional estrella no tiene por qué afectarle demasiado a la empresa.
Otra advertencia: puede ser que lo que le hace cotizar socialmente y le da relevancia no tenga demasiado valor real. El típico bluff es el que confunde la visibilidad con la competencia.
7. Para ser un ‘workaholic’
Se podría decir que usted es un workaholic si está sometido a ritmos de trabajo vertiginosos con plazos muy ajustados para todo; si se está acostumbrando a flujos impredecibles de actividad, manteniendo jornadas de entre 70 y 120 horas semanales; si está obligado a viajar constantemente por cuestiones profesionales o a acudir con frecuencia a eventos relacionados con su trabajo más allá de las horas de oficina… Esto le convierte en un trabajador extremo, que es el tipo de profesional para el que el trabajo es una prioridad frente a las relaciones sociales o la propia salud.
Quizá ser un workaholic y satisfacer esta necesidad sea su argumento para trabajar. Pero debe recordar que ser workaholic no implica ser un profesional de alto rendimiento. Lo primero implica ineficacia y estrés. Lo segundo nos lleva a decir que hay un equilibrio en ser feliz trabajando.
8. Para que mi jefe no me amargue la vida
Evitar a los jefes tóxicos es posible. Incluso antes de llegar a un trabajo. Es el sueño de no tener contacto con un mando que nos amarga la vida. Incluso existe la posibilidad de escoger a nuestro responsable, o de trabajar en una empresa sin jefes, como Zappos, un intento fallido de organización sin mandos.
En realidad, crece una tendencia a pensar en primer lugar en el jefe que uno puede tener en un nuevo trabajo o al cambiarse de empresa, dejando en segundo plano el proyecto, la reputación de la firma o incluso el sueldo. De esta preocupación por quién nos puede tocar como mando han surgido portales de empleo muy específicos y personalizados que, además de conseguir buenos puestos de trabajo, seleccionan a los mejores jefes. Y los candidatos renuncian al puesto si su superior no les satisface.
Es el caso de GetaGreatBoss, que facilita perfiles de directivos con calificaciones sobre «los mejores mandos para trabajar». La decisión de aceptar el trabajo depende así de cómo será quien nos mande en el futuro.
Diario Expansión de España
Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)