Fráncfort (AFP).- El fabricante alemán Audi, filial de Volkswagen, anunció hoy el llamado a revisión de hasta 850,000 vehículos diésel para rebajar sus emisiones contaminantes, unos días después de una acción similar de su competidor Daimler.
Este llamado a revisión voluntaria, gratuita para los clientes, implica a los vehículos con motores V6 y V8 TDI que cumplen con las normas Euro 5 y Euro 6 (las más recientes), en Europa pero también en otros países no especificados, excepto Estados Unidos y Canadá, indicó la marca en un comunicado.
Entre los vehículos llamados a revisión figuran también los coches de Volkswagen y Porsche, otras marcas del grupo Volkswagen, equipados con estos motores.
La revisión consistirá, de acuerdo con la agencia federal del automóvil KBA, encargada de la homologación de vehículos en Alemania, en instalar un nuevo programa con el objetivo de mejorar “el comportamiento de (sus) emisiones en las condiciones reales de conducción”, explica Audi.
El constructor espera así “contribuir a reducir el conjunto de las emisiones en los centros de las ciudades” y a “dificultar posibles prohibiciones de circulación”, añade el constructor bávaro.
Preguntado por la AFP, un portavoz de Audi no podía ofrecer más detalles sobre los países implicados o el reparto de la revisión por marcas. Sin embargo indicó que los motores V6 y V8 TDI constituían una “gran parte” de los vehículos diésel de Audi.
A modo de comparación, la marca vendió 1,87 millones de coches en 2016, incluyendo todos los motores.
Su iniciativa llega tres días después de que la marca alemana Daimler extendiera una medida de revisión voluntaria a más de tres millones de vehículos diésel de su marca Mercedes-Benz en Europa.
El debate sobre el destino de los vehículos diésel, cuyas emisiones contaminantes (NOx) son superiores a las de los vehículos de gasolina, causa estragos en Alemania, casi dos años después del escándalo de los motores diésel manipulados de Volkswagen.
Los poderes públicos, atrapados entre el problema de no afectar a la industria del automóvil y sus obligaciones en materia de salud pública, convocaron una cumbre de crisis sobre el diésel, que reunirá el 2 de agosto en Berlín a responsables políticos y constructores automovilísticos.
La idea es ponerse de acuerdo sobre un plan para reducir las emisiones contaminantes de los vehículos diésel en el país, pero los fabricantes parecen haber decidido tomar la iniciativa para evitar la amenaza cada vez más tangible, en varias grandes ciudades del país, de prohibir la circulación de los vehículos diésel algunos días. Esta amenaza ya tiene consecuencias sobre las ventas de los coches diésel, en caída.
Los fabricantes, no solo los alemanes, se aprovecharon durante años de lo que muchos consideran un fallo en la reglamentación europea: la desactivación del control de las emisiones contaminantes en algunas condiciones, por ejemplo en caso de bajas temperaturas exteriores debido a que esto protegía los motores.