La historia y los ejecutivos: la experiencia de EY

Más de 100 personas acuden un sábado al mes motivados por un interés que puede resultar para muchos poco común, en un programa que convoca EY.

Desde hace cuatro años, durante nueve sábados, un grupo de empresarios llega a las oficinas de EY a las 7:30 de la mañana y hasta la 1 de la tarde asiste a clases de historia.

¿Qué hace que tan temprano acudan a escuchar la historia de personajes, su vinculación con los hechos económicos de la época y la proyección que tienen aún? La pasión y el interés de todos ellos por los hechos históricos. Pero no solo es tener mayor conocimiento sino también reflexionar sobre los motivos que se tuvieron cuando se adoptaron determinadas decisiones que han sido gravitantes muchas veces para la historia mundial.

Todo emprendimiento tiene un motivador, y en este caso es Paulo Pantigoso, que empezó convocando a menos de 50 ejecutivos y hoy son más de 100. Varios de ellos lo acompañan desde un inicio.

¿Desde cuándo le gusta la historia?
Desde muy niño. La historia en sí misma puede iniciarse como un cuento, pero ese cuento además siempre tiene una moraleja. Un tema que merece ser comprendido e investigado.

¿Por qué el interés?
Conociendo la historia se pueden predecir tendencias, conocer mejor a las personas, prever situaciones y también ponerse uno en el zapato del otro. Eso, para mí, sirve de mucho al desarrollo profesional.

¿Qué es lo que destaca de venir un sábado cada mes a recorrer la historia?
Yo empecé leyendo historia del Perú. Inicialmente desde la etapa preinca, inca, luego la etapa republicana y lo que me gustó fue la historia de la convulsión del país a raíz de la guerra con Chile. He sido lector de esos momentos de mucha inestabilidad, pero también de actos heroicos que hoy recordamos.

¿Prefiere leer o asistir a conferencias?
Me gusta más leer. La verdad, el tiempo es un poco tirano, pero la lectura en un fin de semana o antes de dormir me lleva a tener un momento de reflexión. Me gusta jugar con la lectura y compararla con diferentes autores, pues distintos ángulos permiten un entendimiento mejor.

¿Qué hechos de la historia mundial le atraen más?
He estudiado mucho la Segunda Guerra Mundial, particularmente su origen, que me evoca a la Primera Guerra Mundial e incluso más atrás para conocer las motivaciones e incluso tengo libros que recrean las tácticas de batalla.

¿Desde cuándo pensó que había una vinculación entre la historia y su actividad profesional?
Lo fui descubriendo de manera empírica. Justamente, la lectura me llevaba a pensar con la similitud de situaciones que se dan en la vida empresarial.

¿Qué tanto le servía?
Del pasado se puede predecir y conocer muchas consecuencias de lo que en el presente puede ocurrir.

¿Recuerda algún momento histórico que haya leído y luego servido para alguna decisión de su vida profesional?
No una en particular, pero sí me sirve conocer las historias de los conflictos entre las personas, su relación de causa y efecto. Si me pusieran a evaluar desde un punto de vista teórico es como tener un diagrama tipo espina de pescado.
En verdad, en varios casos se conoce desde intriga temas de inversiones y hasta darse cuenta que nadie tomaba acciones y luego pasaba lo que algunos preveían, porque no se tomaban decisiones.

En otros países donde usted ha vivido, ¿también hay ese interés de los ejecutivos por la historia?
Hay también esa inquietud. Tenemos varios ejecutivos extranjeros en este programa de EY en el Perú con la vocación de hilvanar y reflexionar la historia universal.

Vemos jóvenes en el programa y también gerentes generales y directores de empresas entre 40 y 60 que asisten con interés.

Pantigoso revela que cuando asumió su cargo de country managing partner en EY Perú le llamaba la atención encontrar a ejecutivos que le decían: “oye, vamos a encontrarnos, pero no hablemos de trabajo, hablemos de algo diferente”.

Refiere que a veces mencionaba hechos históricos y rápidamente la conversación fluía. Entonces, pensó: “acá hay un germen sobre lo que se puede conversar.

Y, efectivamente, cuando lanzamos el programa empezamos con 50 personas y ahora somos algo más de 120 por sesión.

Reconoce que no fue fácil reunir al grupo pero poco a poco fue encontrando ejecutivos con el mismo gusto de invertir su tiempo personal un sábado. Más de uno ha participado en el programa desde hace cuatro años y muchos de ellos “me dicen que es una terapia de poder del conocimiento, del poder de la reflexión”, señala Pantigoso.

¿Qué tanto la historia puede servir para la capacitación?
Puede servir. Es un momento de riqueza personal con un tema agradable, con un halo de reflexión común en una sala donde hay mucho contrapunto bajo la dirección de un profesor que facilita el conocimiento y que no se queda en el conocimiento de solo fechas.

¿Cómo se aprecia el interés de los ejecutivos que asisten?
Hay lecturas que se comparten un par de semanas antes de asistir a la sesión. Incluso hay grupos se reúnen previamente para reflexionar. Yo no esperaba que todo eso se pudiera compartir.

¿También han viajado?
Sí, y hemos tenido la oportunidad de tener la clase de historia en una carabela en Sevilla. El año pasado trasladamos en un primer libro con Cristóbal Colón como emprendedor y para este año viene un segundo volumen sobre otro personaje.

En este punto, Pantigoso recuerda que años atrás cuando recorrió el norte aprendió algunas palabras que tenían como origen el mochica y a partir de allí se reforzó su interés por la historia. Hoy se acostará temprano porque mañana es el sábado de otra cita con personales de la historia.

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