Dos discursos, ¿dos destinos?

El lento aumento de los salarios y la baja tasa de participación evidencian que persiste cierto grado de debilidad cíclica, afirmaron analistas del BBVA Research.

La inflación ha venido cayendo de forma continuada durante varios trimestres y actualmente está en el -0.6%.
La inflación ha venido cayendo de forma continuada durante varios trimestres y actualmente está en el -0.6%.

Sonsoles Castillo
Economista jefe de Escenarios Financieros de BBVA Research

Nathaniel Karp
Economista jefe de EEUU de BBVA Research

Grecia da un respiro y los bancos centrales ganan protagonismo. Y lo hacen de la mano de dos testimonios, el de la gobernadora de la Fed, Janet Yellen -ante el Congreso norteamericano- y el del presidente del BCE, Mario Draghi -ante el Parlamento Europeo-.

Dos discursos que marcan destinos radicalmente distintos. La Fed, impulsada por la recuperación del empleo, está cada vez más cerca de abandonar la zona cero de tipos de interés. El BCE , lastrado por una frágil recuperación y el riesgo deflacionista, se encuentra a las puertas de comprar bonos soberanos, territorio hasta ahora “prohibido”.

Yellen, en su testimonio ante el Congreso, hizo hincapié en las condiciones económicas y el futuro de la política monetaria. En clave económica, el tono fue positivo pero con cautela.

Enfatizó el sólido crecimiento del consumo privado y la producción y, sobre todo, la buena marcha del mercado de trabajo, como muestran la disminución de la tasa de paro y el fuerte ritmo de creación de empleo. No obstante, marcó puntos de cautela.

El lento aumento de los salarios y la baja tasa de participación evidencian que persiste cierto grado de debilidad cíclica. Asimismo, la inflación se mantiene baja.

Es verdad que obedece principalmente a factores transitorios como la caída en los precios del petróleo y la apreciación del dólar, pero puede haber algo más, ya que no se descarta que parte de la caída reciente de los tipos de interés de largo plazo esté asociada a menores expectativas de inflación.

Así, el cumplimiento del objetivo del 2% no será inmediato. Dado este entorno, no sorprende que Yellen defendiera el nivel actual de acomodamiento monetario –tasas de interés cercanas a cero y la estabilidad del balance de la Fed.

Sin embargo, aprovechó su testimonio para aclarar que la Fed está un paso más cerca para subir los tipos de interés. Primero, está considerando prescindir en su comunicado de la palabra “paciencia” – actualmente funciona como una palabra clave para indicar que no se van a subir los tipos en al menos las dos reuniones subsiguientes-.

Y, segundo, considera modificar su política de “forward guidance”, para tener flexibilidad de subir la tasa de acuerdo a las condiciones y expectativas económicas existentes en cada reunión.

Esto dependerá principalmente de la inflación, más que de la mejora en el empleo y la evolución de los salarios. Todo esto sugiere que, como pronto, la Fed podría subir tipos en junio aunque septiembre es más probable, y que las subidas serán pausadas – la estrategia “antes y gradual” es preferida a la de “tarde y rápido”-.

Draghi no sacó ningún conejo de la chistera (el anuncio de compra de bonos ya lo hizo el pasado 22 de enero), pero no por ello su discurso está exento de interés (a pesar de lo vacío que estaba el hemiciclo, según cuentas las crónicas).

Hay varios aspectos a destacar de la intervención del presidente del BCE: Primero, expuso de forma vehemente los motivos que respaldan su decisión de comprar de bonos públicos.

La inflación ha venido cayendo de forma continuada durante varios trimestres y actualmente está en el -0.6%, y el riesgo de que la caída de las expectativas de inflación retroalimente esta tendencia es creciente.

Había y hay, por tanto, un riesgo “serio” de incumplir su mandato y, en consecuencia, el BCE decidió tomar una medida enérgica –en verdad la única que quedaba en el arsenal. Draghi también enfatizó el efecto positivo que esta medida tendrá en la actividad y la inflación.

Un indicador muy evidente de este impacto es la caída que se ha producido en la prima de riesgo de países periféricos, incluso en un entorno de elevada incertidumbre por Grecia.

Sin embargo, apenas unas semanas antes de empezar las compras, no dio pistas adicionales sobre su implementación – más allá de confirmar que se extenderán por 18 meses y que se estima que la compra de bonos soberanos ascienda a unos 45.000 millones de euros.

Habría estado bien dar algún detalle más porque el mercado está planteándose si el BCE podría alcanzar sus objetivos, dada la escasa disposición de algunos inversores para deshacerse de estos títulos (sobre todo los de máxima calidad crediticia).

Por último, pero no menos importante, Draghi aprovechó su comparecencia para subrayar un mensaje importante en clave política: todavía no hemos alcanzado el estadio de una unión monetaria genuina, por lo que el proyecto del euro es vulnerable a grandes choques. Hay que seguir reforzando el marco institucional y no está de más recordarlo.

Con todo, más allá de la previsible divergencia de políticas a corto plazo, acorde con fases cíclicas muy distintas, de las intervenciones de Yellen y Draghi también se desprende algún que otro punto común: la inflación preocupa.

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