Editorial: Cabeza fría

Editorial de Gestión. “En las próximas semanas, Mercedes Aráoz tendrá que trasladar sus palabras a los hechos”.

NUEVO GABINETE. La semana pasada, el Poder Ejecutivo y el Legislativo se enfrentaron en el ejercicio de las facultades constitucionales que ambos poseen. El resultado fue el esperado: cayó el Gabinete de Fernando Zavala y el Congreso quedó a un paso del artículo 134 de la Constitución, que faculta al presidente a disolver el Parlamento en caso que este le niegue la confianza dos veces a un Gabinete. Ya va una.

La situación generada ha llevado a que, desde los sectores más radicales de ambos lados, se plantee llevar la tensión hasta el final, es decir, retan al Parlamento a negarle la confianza al próximo Gabinete y al Ejecutivo disolver el Congreso.

Sin embargo, la situación actual exige que los siguientes pasos del Ejecutivo y el Congreso sean llevados adelante sin apasionamientos y con una difícil, pero necesaria, autocrítica desde los dos poderes del Estado. La gobernabilidad del país requiere reducir los enfrentamientos. El peor escenario sería que el Legislativo busque trabar el trabajo del Ejecutivo, o que el Gobierno utilice la figura del pedido de confianza cuando no existan razones suficientes para hacerlo.

El Gabinete que ayer juramentó mantiene a varios de los ministros del anterior (porque así se lo permite la Constitución), aun así, es un balón de oxígeno que requería el Ejecutivo y que se le solicitaba desde casi todos los sectores del país. La actitud que le corresponde ahora al Congreso es otorgarle el voto de confianza cuando el Gabinete Aráoz se presente a inicios del próximo mes.

La flamante presidenta del Consejo de Ministros ha enfatizado que se continuará con las políticas públicas que ya se venían trabajando, pero considera que los cambios en el Gabinete permiten una oportunidad para el diálogo, sobre todo con el Parlamento y una mayor cercanía a la población. “No seremos un Gabinete de escritorio”, ha remarcado. En las próximas semanas, Mercedes Aráoz tendrá que trasladar sus palabras a los hechos, tender puentes y evitar los adjetivos hacia la oposición.

El presidente Pedro Pablo Kuczynski debe, tal como ha tenido que hacer para recomponer su Gabinete, decidirse a gobernar liderando las acciones del Ejecutivo, pues durante el primer año cometió el error de delegar buena parte de su poder, un factor que influyó en la caída de su popularidad.

Finalmente, el fujimorismo tiene la oportunidad de encontrar formas más constructivas de ser oposición. La beligerancia continua puede rendir frutos en el corto plazo, pero no así en el largo plazo.

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