Editorial de Gestión: La era Castilla

Con todos sus aciertos y desaciertos, no podemos decir que la gestión del ministro Castilla haya sido mala pero sí queda claro que definitivamente la tuvo más difícil que sus antecesores.

UN BALANCE. Este domingo salió del Gabinete Ministerial el que, para muchos, era el hombre más poderoso del Ejecutivo, luego de la pareja presidencial, el único ministro que acompañó al presidente Humala desde el día que llegó a Palacio.

Tanto en el 2006 como en la primera vuelta del 2011, Humala causó pavor en la clase empresarial al presentar un programa (la Gran Transformación) que veía la economía con los mismos ojos que la vieron personajes como Velasco y Chávez.

Eventualmente, Humala desistió y prometió mantener el modelo económico de los últimos años; sin embargo, su credibilidad en ese entonces era nula tanto para inversionistas como para consumidores.

Fue en esas circunstancias que el presidente recientemente electo se vio en la necesidad de buscar un ministro que devuelva la tranquilidad a los mercados.

Así, la figura de Castilla comenzó a cobrar importancia, quien desde ese momento en adelante se convirtió en el verdadero garante del modelo económico en el país.

El mayor logro de Castilla durante su gestión ha sido, sin duda, aprovechar este poder para mantener e incluso elevar (con la regla fiscal, pese a algunas críticas) la responsabilidad macroeconómica, algo que también notó la agencia Moody’s cuando decidió subirnos la calificación este año.

Un recurso que también le ha servido para pararle la mano al presidente cuando se vio asaltado por ideas de su pasado, así como para impulsar reformas necesarias y poco populares.

No obstante, el ministro Castilla también ha tenido errores; por ejemplo, haber infundido miedo innecesario en la población al vaticinar una época de “vacas flacas ” en agosto del 2013.

El más importante de ellos, creemos, fue el de mantener el piloto automático mientras las señales de desaceleración eran claras y provenían de todos los frentes. Después, cuando finalmente reaccionó, la reacción fue demasiado tímida. También haber desperdiciado la oportunidad de realizar una verdadera reforma del sistema de pensiones.

Con todos sus aciertos y desaciertos, no podemos decir que la gestión del ministro Castilla haya sido mala. Lo que queda claro es que definitivamente la tuvo más difícil que sus antecesores, algo que heredará su sucesor.

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