PERSPECTIVA. Del mensaje al Congreso del presidente Ollanta Humala se desprende que su gobierno tiene poco por hacer en los dos años que le quedan aunque en realidad haya mucho por hacer. Durante una hora y veinte minutos, este lunes escuchamos interesantes propuestas para sacar la educación básica del hoyo en que se encuentra, así como una lista de acciones puntuales para que el acceso a la salud se masifique. Por el lado de la participación privada, se buscará devolverle a la construcción el brío que tuvo hasta hace poco tiempo.

Luego, casi nada más. En seguridad ciudadana, se sigue pensando que no es necesaria una estrategia integral que remueva desde sus cimientos la anacrónica situación de las instituciones que en teoría protegen a la población. ¿O dejaremos de sentirnos en riesgo porque habrá más directores policiales, decenas de patrulleros inteligentes o 30,000 nuevos efectivos? La ineficiencia y la corrupción tienen que atacarse desde otros frentes.

Otra gran ausencia fue la reforma de la descentralización. Apenas una mención a un proyecto de ley que mejorará la distribución del canon minero. Pero no solo se requieren modificaciones sino una reestructuración a fondo, pero nadie en el Gobierno ni en la oposición se atreve a reconocerlo.

El presidente también le dedicó minutos a la inclusión social, aunque se sigue sin superar una seria dificultad: el gasto está orientado hacia políticas asistencialistas. Por ejemplo, y tras nueve años de creado, el programa Juntos tiene muy pocos “graduados”, es decir, personas que han dejado de beneficiarse porque han dejado de ser pobres. Los programas sociales no son malos, pero pueden volverse perniciosos si descuidan los objetivos por los cuales fueron creados.

Y la gran incógnita fue el Plan de Diversificación Productiva, aprobado el mismo lunes mediante decreto supremo. Hay que destacar que solo han pasado dos meses para que sea oficializado, pero habrá que esperar que sea puesto en marcha pues en el mensaje no se explicó cómo ni cuándo. En suma, quedó la sensación de que el Ejecutivo está apostando por lo seguro y no quiere complicarse la vida con propuestas más audaces. El Perú seguirá creciendo, pero el desarrollo tardará más de la cuenta en llegar.