Editorial: Para hacer tortillas

“Se necesita ser competitivo para atraer inversiones, pero la legislación laboral no ayuda”.

Reforma laboral. El tema del empleo es vital para la dinámica económica del país. Según el INEI, la tasa de desempleo trepó hasta 6.9% de la PEA entre diciembre y febrero y el subempleo, en particular el invisible —es decir quienes laboran 35 o más horas semanales pero reciben un salario inferior a S/ 918— afecta a uno de cada cinco trabajadores en Lima.

Además, un 46% del subempleo invisible se genera en el sector de servicios y representa una expansión de 3.1% respecto a lo visto hace un año.

El Perú se encuentra en el puesto ocho entre los países con mayor rigidez de legislación laboral en el mundo, pero lamentablemente ningún candidato presidencial ha hablado de ello durante estas elecciones, pues se trata de un tema sensible.

Los únicos que lo han mencionado son los candidatos al Congreso quienes, aunque con matices, terminan reconociendo que las empresas requieren algún tipo de incentivo para poder generar nuevos empleos de calidad. Por ejemplo, hablando de cómo fomentar el empleo juvenil, tanto el Frente Amplio, Acción Popular como Peruanos por el Kambio se muestran en desacuerdo con reducir beneficios laborales y critican arduamente la mal llamada ley pulpín, sin embargo sí plantean incentivos tributarios a las empresas para que contraten a jóvenes y puedan ser capacitados (FA), compromiso del Estado para fomentar la industrialización que genere nuevos puestos de trabajo (AP) o facilidades para la formalización de las empresas rebajando impuestos como IGV o IR o reduciendo algunos costos al crear el seguro de desempleo (PPK).

El Perú necesita ser competitivo a nivel internacional para atraer inversiones, y la legislación laboral, tal como está actualmente, no ayuda en ese propósito. No es la única arista, sin embargo es parte del problema y debe modificarse.

El próximo Gobierno debe aplicar la figura de la flexiseguridad que permita que algunos beneficios se otorguen de manera escalonada, como sucede con las vacaciones en países como Chile, México o Colombia, donde los trabajadores que recién ingresan tienen solo una semana de vacaciones y se va incrementando conforme aumenta su permanencia en la empresa.

Asimismo, se debería reforzar la negociación colectiva con la finalidad de que a mediano plazo la legislación laboral sea solo un piso mínimo de derechos y que la regulación de las relaciones de trabajo no venga de la ley sino del convenio colectivo, pues así respondería a la realidad de cada empresa.

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