AGROEXPORTACIÓN. En el 2009, el rubro agrícola le arrebató al textil el liderazgo de las exportaciones no tradicionales (XNT) y lo mantiene desde entonces. Es más, ha ido aumentando su participación: de 29.5% ese año a 43.5% en el 2016. En quince años, los envíos agrícolas al exterior se han multiplicado por diez y, salvo una contracción en el 2009, han crecido de manera sostenida. Su efecto sobre el empleo y la especialización laboral también ha sido relevante.
De los 17 productos XNT en los que el Perú destaca globalmente, once son agrícolas y todos ellos mejoraron su ubicación con respecto al 2011. Nuestro país es el número uno en espárragos frescos, quinua y nueces del Brasil, segundo en paltas frescas y tercero en arándanos y mangos frescos. También figura en el top ten en cacao en grano, uvas frescas, mandarinas, tangelo y banano orgánico.
Este resultado se explica por la combinación de cuatro elementos: la geografía peruana –que otorga una ventaja comparativa al cultivo de un gran número de hortalizas y frutas–, un marco legal con incentivos apropiados, una promoción bastante agresiva y el involucramiento de las empresas agroexportadoras, que han sido las principales beneficiadas.
Los incentivos tuvieron un papel clave. Se comenzó en 1996, cuando se dictaron las primeras normas, que se consolidaron en años siguientes y estarán vigentes hasta el 2021: tasa de 15% del Impuesto a la Renta, depreciación de 20% del equipo de riego, recuperación anticipada del IGV durante la etapa preproductiva y hasta por cinco años, así como un marco laboral flexible y adaptado a la producción agroindustrial.
Los datos estadísticos y la opinión de los propios empresarios (y de muchos analistas) evidencian que los incentivos han funcionado y son el argumento ideal para debatir con quienes desconfían o dicen no creer en el “dirigismo estatal”. Es que, cuando existen ventajas comparativas claras , el empuje que brinda un marco normativo promotor es absolutamente necesario.
Y no hay que pensar exclusivamente en beneficios tributarios o laborales, pues en muchos casos podría bastar con facilitar la financiación y la capacitación, o reducir los costos burocráticos o logísticos. Quizás los rubros XNT que no pudieron sostener sus cifras de años previos –como el químico o el textil– necesiten ciertos incentivos, lo mismo que otros con potencial exportador como la forestería o la acuicultura. No se les puede negar la posibilidad de crecer.