Por qué México es la primera línea de defensa de Trump en inmigración

Trump ha adoptado una línea dura contra México, insistiendo en que el país pague por el muro que propone levantar a lo largo de la frontera sur de Estados Unidos, una exigencia que el país vecino ha rechazado reiteradamente.

Donald Trump.
Donald Trump.

(Bloomberg).- Poner fin a la inmigración de indocumentados ha sido una de las máximas prioridades del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en su primer mes en el cargo.

Ha adoptado una línea dura contra México, insistiendo en que el país pague por el muro que propone levantar a lo largo de la frontera sur de Estados Unidos, una exigencia que el país vecino ha rechazado reiteradamente. Esta estrategia conlleva riesgos para Trump, porque es probable que necesite la ayuda de México si quiere lograr su meta de seguridad en la frontera.

A pesar de la afirmación de Trump de que México está enviando “hombres malos” a Estados Unidos, la mayoría de las personas que cruzan la frontera sur vienen de otros países.

Eso es un cambio significativo respecto de 2000, cuando la Patrulla de Fronteras de Estados Unidos detuvo un récord de 1.6 millones de personas, la mayoría proveniente de México.

Si bien la frontera de México con sus propios vecinos meridionales es aproximadamente un tercio de los 3,200 kilómetros que mide la frontera entre México y Estados Unidos, es con frecuencia el punto de entrada para refugiados del “triángulo norte”, formado por Guatemala, Honduras y El Salvador, que buscan asilo en Estados Unidos.

“Realmente, la historia ha sido la corriente centroamericana”, dijo Doris Meissner, comisionada del Servicio de Inmigración y Naturalización de Estados Unidos durante el Gobierno del presidente Bill Clinton.

Es aquí donde la cooperación mexicana sería clave para Trump. México y Estados Unidos han coordinado la política de inmigración en el pasado. A veces ello llevó a un aumento de la cantidad de personas deportadas por México, si bien hay muchas razones por las cuales los números de deportación fluctúan.

En cualquier caso, México deportó más de 140,000 personas en el 2016, y 96% procedían del “triángulo norte”. Estas personas, de no mediar las propias medidas de México, podrían haber llegado a la frontera de Estados Unidos.

México ha dejado en claro que las conversaciones con Estados Unidos deben ser integrales y que los países no pueden tener una buena relación en algunos sectores, como las acciones contra los narcóticos, y malas en otros, como inmigración y comercio.

El secretario de Estado, Rex Tillerson, y el de Seguridad Nacional, John Kelly, de Estados Unidos, se reúnen este jueves con el presidente de México, Enrique Peña Nieto, para hablar de la política de inmigración estadounidense, entre otros asuntos.

Peña Nieto canceló una visita a Washington para reunirse con Trump el mes pasado, por la insistencia de este último de que México pague por el muro fronterizo.

El discurso contrario a México y a la inmigración también ha fomentado un ánimo antiestadounidense en México, promoviendo las perspectivas electorales del candidato populista Andrés Manuel López Obrador, quien exhorta a México a responder a la agresión externa con fortaleza interna.

“Uno podría tener un líder que simplemente quiera poner a México primero y que México vuelva a ser un gran país, y, en verdad, simplemente decir a Estados Unidos, ‘Están solos’”, dijo Eric Farnsworth, vicepresidente del Consejo de las Américas, una organización empresarial estadounidense que promueve el libre comercio y los mercados abiertos en América. “Ello sería un verdadero revés”.

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