Trump o cómo una propaganda autoritaria puede resultar exitosa

El presidente electo de Estados Unidos demostró la conveniencia de alejarse del establishment, que reencarnaba Hillary Clinton. Su discurso simple, directo y populista caló en la población americana.

Mientras el mundo esperaba ser testigo del triunfo de Hillary Clinton como la primera presidenta de los Estados Unidos, ocurrió lo inesperado. Contra casi todo pronóstico, Donald Trump será el siguiente inquilino de la Casa Blanca. El magnate inmobiliario de 70 años, sin experiencia política, ha conmocionado con su victoria.

No en vano muchos se preguntan cómo alguien con un discurso xenófobo, antisistema, que se burló de las personas con discapacidad y que se desveló como misógino, puede haber sido elegido para dirigir los destinos de la potencia.

Estrategia
Para Jason Stanley, docente de Filosofía de la Universidad de Yale, Trump supo liderar una propaganda autoritaria pero efectista.

“Esta es una forma de comunicación en la que un líder confecciona una ficción para explicar que los problemas tienen un origen simple y una solución aún más simple”.

“Y el origen de esos problemas es alguno que otro grupo en específico. Y la solución es aún más sencilla: la de elegir al autor de la ficción como el líder que eliminará a esos grupos corruptos para resolverlo todo”.

Según prosigue Stanley, una vez que las personas se convencen de esa ficción, de que sus problemas económicos y sociales son el resultado de élites corruptas en conspiración con inmigrantes, afroamericanos, musulmanes y “otros”, no hay posibilidad de que esas mismas personas puedan evaluar racionalmente los hechos.

Alineación
“Pese a todo, el discurso de Trump fue correcto en el sentido de que estuvo alineado a su estrategia. Su promesa es convertir a EE.UU. en la superpotencia que era en los años 50, y en esa época los discursos eran xenófobos”, dice Benjamín Edwards, fundador de 121 Tribal.

Para el publicista, la entrada en escena de Trump ha coincidido con un momento en el que el mundo se inclina por un populismo de derecha, y lo ha hecho soportado por un mensaje sencillo, directo y simple.

En el mundo de la propaganda autoritaria, cada revés tiene una causa simple (“¡Son Hillary y los inmigrantes!”), cada problema tiene una solución simple (“¡Elíjame, construyamos un muro para encerrarla!”).

Trump, coinciden los especialistas, ha sabido encarnar el malestar de una parte de la población y aprendió más pronto que tarde que su plataforma política y discursiva debía alejarse del establishment.

Finalmente, Marc Bassets argumenta desde El País que, en efecto, Trump ha sabido ganarse el apoyo de los estadounidenses blancos descontentos con las elites políticas y económicas, e inquietos por los cambios demográficos acelerados. “Nadie como Trump supo entender el hartazgo con el ‘establishment’, con el que se identificaba a Clinton”.

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