Para aquellos niños aterrorizados y mayores con fobia a las vacunas contra la gripe que se inyectan con agujas que avanzan hasta el músculo, llegó el parche que tiene en su parte adhesiva un centenar de microagujas finas como el cabello que pueden penetrar las capas más superficiales de la piel pero no causan dolor, según informó la BBC.
Esta tecnología acaba de pasar varias pruebas de seguridad en los primeros ensayos clínicos con humanos llevadas a cabo por sus desarrolladores de la Universidad de Emory y del Instituto de Tecnología de Georgia, con financiación de los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos.
Además, se ha probado con vacunas contra la gripe que se aplica en un parche (curita) que no genera dolor. Ofrece la misma protección que una vacuna contra la gripe regular pero sin el dolor, dijo a la BBC uno de los miembros del equipo.
Son simples como para que cualquier persona se lo auto aplique y no necesita, como las vacunas tradicionales, ser almacenada a bajas temperaturas. Las farmacias podrían guardarlas en sus mostradores.
En un estudio su equipo probó en 100 voluntarios la vacuna en parche y en inyecciones.
Quienes aplicaron el parche lo hicieron durante 20 minutos.
“Si la miras con el microscopio lo que ves son agujas pequeñas a un nivel microscópico. Pinchan la piel sin causar dolor”, le dijo a la BBC el investigador líder Mark Prausnitz, que también forma parte de una compañía que quiere tener autorización sobre el uso de la tecnología.
Una inyección con microaguja ya ha sido aprobada para uso en Estados Unidos, mientras que en Australia unos investigadores desarrollaron un nanoparche con agujas aún más pequeñas que las de esta vacuna para la gripe.
REVOLUCIONARIO
La curita podría revolucionar cómo se administran las vacunas, aunque los científicos señalan que hacen falta más ensayos clínicos antes de que este sistema de inmunización se apruebe para un uso generalizado.
“Podemos imaginarnos la vacunación en casa, en el trabajo o incluso la distribución por correo”, dijo la doctora Nadine Rouphael, de la Universidad de Emory.
La curita puede descartarse en la basura después del uso porque las microagujas se disuelven. Y como puede almacenarse durante un año de manera segura y sin refrigeración, podría ser extremadamente útil en el mundo en desarrollo.