¿Airbnb acertó al definir su política anti-discriminación?

La política establece que un anfitrión no puede discriminar en base a “raza, color, etnia, origen, religión, orientación sexual, identidad de género o estatus marital”

(Bloomberg) Tenemos el derecho de elegir a nuestros amigos, a nuestra pareja y a nuestros invitados. Y existen leyes que garantizan que tanto hoteles como restaurantes no discriminen a las personas por su raza, sexo u origen. Lo que no queda muy claro es saber cuál de estas normas debieran aplicarse a los servicios de la economía solidaria como Airbnb, el cual se ubica en un espacio entre las esferas de lo público y lo privado. El anfitrión renta un espacio que de otro modo sería privado y el anfitrión usualmente vive ahí.

En general, la ley de Derechos Civiles de Estados Unidos prohíbe la discriminación por raza y sexo en “espacios públicos” como hoteles y restaurantes. Y la Ley sobre Equidad en Vivienda prohíbe la discriminación en rentas a largo plazo y ventas. Pero los tribunales todavía no definen si estas leyes federales aplican en una estancia de una noche, en una casa privada.

La recién anunciada política de Airbnb va más allá de lo que la ley podría o no requerir. La política establece que un anfitrión no puede discriminar en base a “raza, color, etnia, origen, religión, orientación sexual, identidad de género o estatus marital”. Pero permite al anfitrión restringir el alquiler a personas de su mismo género – sí y solo sí el anfitrión comparte el espacio con el huésped.

Como decisión de negocios, la jugada fue inteligente. Airbnb reaccionó ante los reportes de que algunos de sus anfitriones discriminaban a los huéspedes basándose en su raza. Eso es malo para la imagen de la empresa, y potencialmente malo para el negocio. Dando cierta credibilidad a la idea de que la empresa desea realmente luchar en contra de la discriminación, Airbnb ha hecho algunas modificaciones en su aplicación para que sea más difícil discriminar y más sencillo reportarlo, como por ejemplo, evitar que los anfitriones publiquen la disponibilidad de su espacio luego de haber respondido a un potencial huésped de que esta ya estaba ocupado.

Debido a que no hay un movimiento activo y organizado en nombre de la gente que quiere discriminar en Airbnb, es poco probable que la compañía se tope con muchas críticas. Y resulta difícil imaginar a la competencia anunciando abiertamente que ellos sí permiten a sus anfitriones discriminar.

Sin embargo, la política anti-discriminatoria de Airbnb interfiere con nuestro instinto de que debemos ser capaces de elegir a la persona con la cual compartiremos un espacio íntimo.

El que alguien duerma en su sofá mientras usted está allí -o en su cama cuando no está – podría tratarse de algo muy personal. La política de Airbnb, que va más allá de la ley en prohibir la discriminación, podría plausiblemente entenderse como una violación a nuestra intuición en relación a que deberíamos tener permitido discriminar tratándose de decisiones íntimas.

Para ver por qué la política no va demasiado lejos, tenemos que recordar que aunque los alquileres de Airbnb involucran un espacio íntimo, siguen siendo una transacción comercial.

Por supuesto, usted tiene y debe tener el derecho de elegir a sus compañeros íntimos, lo cual incluye a sus huéspedes. Pero si decide tomar dinero de ellos, dejan de ser íntimos. Se vuelven sus clientes – y entonces usted no podrá filtrarlos en base a características que la sociedad rechaza como injustas.

La regla clara debería ser que si usted está ofreciendo un servicio o bien a cambio de una tarifa, no puede discriminar.

La misma línea debería aplicarse a discriminación derivada de una creencia religiosa. El pastelero que ofrece sus servicios al público a cambio de una tarifa no debería de negarse a prestar el servicio a cierto cliente solo porque condena el matrimonio entre homosexuales.

No todo el mundo estará de acuerdo con una regla clara basada en una tarifa a cambio de un servicio. Algunas personas, incluyendo artistas, podrían mezclar los negocios con formas de auto expresión. Y habrá casos más difíciles, como el de los sexoservidores (legales) que realizan actos íntimos a cambio de dinero.

Pero una regla clara nos ayudará a determinar de antemano qué tipo de discriminación debemos proteger y qué tipo de discriminación deberíamos prohibir. Y esa ley debería estar basada en un principio moral.

La intuición moral aquí es que tenemos un gran interés en proteger los derechos humanos para formar lazos íntimos. Esos lazos no pueden formarse sin una libertad casi absoluta de elegir a la persona con quienes deseamos unirnos íntimamente.

El valor de elegir a la gente con la que tendrás un intercambio comercial no es moralmente comparable.

El sillón puede ser un espacio íntimo. Pero cuando se le alquila a extraños, pierde esa cualidad de intimidad que buscamos proteger. Airbnb lo entendió bien -porque al final, a pesar del uso de la terminología de anfitrión e invitado, se trata de una empresa comercial.

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