Carlos Llosa, el empresario peruano que se hizo artista

Mientras incursionaba en diferentes empresas – estuvo en el rubro pesquero, fue dueño de una agencia de aduanas y levantó un cultivo de mandarinas – el peruano hacía esculturas cinéticas que sólo sus amigos y su esposa, la artista Sonia Cunliffe, conocían.

Foto:USI
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Durante décadas, Carlos Llosa prefirió los negocios que su pasión por el arte.

Aunque creaba obras desde joven, limitaba esa faceta de su vida a la intimidad de su hogar.

Así, mientras incursionaba en diferentes empresas – estuvo en el rubro pesquero, fue dueño de una agencia de aduanas y levantó un cultivo de mandarinas – el peruano hacía esculturas cinéticas que sólo sus amigos y su esposa, la artista Sonia Cunliffe, conocían.

En 1992, incluso, fundó Corriente Alterna, su propia academia de artes que hoy está reconocida por el Estado peruano como Escuela de Estudio Superior; sin embargo, Llosa seguía considerándose más empresario que artista.

Hasta que en 2015 recibió una invitación a formar parte de un proyecto de arte urbano innovador y salió del anonimato.

“Callao Monumental (una zona cercana a Lima) estaba abandonado y tenía mucha delincuencia. Nos propusimos revivirlo a través del arte, pintando murales, haciendo festivales y muestras para transformarlo en un polo cultural, lo que ha sido un éxito. Allí expuse por primera vez mis obras”, cuenta Llosa, quien este año participó en la Feria Art Lima, donde fue contactado por la galerista chilena Alejandra Chellew.

Hoy inaugura Rutas en exploración en la galería La Sala, que además estrena su nuevo espacio en Vitacura.

En la muestra Llosa exhibe objetos de formas orgánicas hechos con madera y mangueras de alta presión muy coloridas, y otras serie más minimalista de esculturas a la pared donde sobresalen esferas blancas y negras.

“Me interesan las figuras geométricas y el arte cinético con materiales reciclados, pero no me encasillo, me gusta siempre estar explorando”, dice el artista que también tiene obras que apelan a lo político, como la instalación Des Urb – que exhibió en Art Lima – donde habla del desmedido crecimiento de las ciudades a través de varias hileras de bloques que aluden a edificios modernos, los que van rotando, pero quedan atascados. Un registro se muestra en La Sala.

“Ahora trabajo en El bosque de los árboles preñados, una instalación monumental e interactiva, hecha de antiguas maderas de pino abandonadas que forman un bosque y de los troncos nacen esferas. Es una metáfora sobre el desastre climático y cómo es la misma naturaleza que busca sola mantener su especie”, cuenta Llosa, primo lejano del Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa. “En Perú todos los Llosa somos parientes. A veces coincidimos en reuniones, pero nada más. Me incomoda cuando se hace la referencia porque no me gusta colgarme al apellido de quien es un escritor exitoso y también el peruano más conocido a nivel mundial”, dice.

¿Por qué decidió tan tarde exhibir su obra?

Siempre mis amigos me animaron, ellos mismos me compraban obras, yo me paseaba por todas las galerías porque también soy coleccionista, pero no tenía el tiempo suficiente para dedicarme al arte. Soy autodidacta y en los 90 abrimos la academia porque sentíamos que las dos grandes escuelas que habían no le tomaban el ritmo al arte contemporáneo, queríamos algo más global, abierto y actual. Ahora el rescate de Callao es otro proyecto que me anima a ir más allá con mi arte.

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