La prevalencia del ciberacoso en Perú se sitúa en tasas del 20-40% durante los últimos 10 años, según el informe “Ciberacoso. Aproximación a un estudio comparado: Latinoamérica y España”, elaborado por Albert Clemente, profesor de la Universidad Internacional de Valencia (VIU).
El experto de la VIU explica que, con carácter general, se entiende la prevalencia como el conjunto de individuos involucrados en el fenómeno del acoso o ciberacoso, esto es, tanto víctimas, autores, como espectadores. Y destaca que “el ciberacoso no ha dejado de crecer y se ha convertido en una problemática presente en todas las culturas y regiones del mundo, tanto en su modalidad tradicional como online”.
Según el informe, existe mayor involucración de los chicos en conductas de ciberperpetración y una ambivalencia en la variable de género en cibervictimización. Respecto a la edad, hay una mayor incidencia entre los 13 y los 15 años en el acoso tradicional y, la mayor tasa de incidencia en el ciberacoso, se alcanza desde los 11 a los 14 años.
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Albert Clemente ha indicado también que “en el ciberacoso podemos diferenciar entre factores de riesgo estáticos, esto es, aquellos que no pueden cambiar y permanecerán en el tiempo (género, participación previa en la agresión, victimización previa, impulsividad) y factores dinámicos, es decir, aquellos que sí pueden cambiar o sobre los que se puede intervenir (políticas escolares de prevención, supervisión de los padres, rendimiento académico)”.
“El acoso escolar acarrea dramáticas consecuencias especialmente para las víctimas, pero también para los agresores y espectadores; y el ciberacoso, considerado un nuevo tipo de acoso indirecto, no es una excepción, ya que los efectos son más graves y duraderos que en el acoso, teniendo un mayor riesgo en ideación y tentativa suicida que en el acoso tradicional”, menciona el experto.
“No obstante, el ciberacoso no influye a todas las víctimas por igual, estando mediada por factores como género, cantidad y calidad de apoyo social, edad y tiempo de conexión a Internet”, agregó.
Cibervíctimas y ciberagresores
El informe de la VIU incluye diversos estudios sobre la incidencia o número total de personas que son agresoras, víctimas o espectadoras, es decir, ciberperpetradores, cibervíctimas y ciberespectadores.
Cabe destacar que, según los estudios, el 11.9% de los encuestados ha utilizado el celular para ofender a alguien y al 6.3% le han perjudicado a través de este medio. El 4.2% ha usado Messenger para perjudicar a alguien y al 6.3% le han perjudicado y el 3.8% reconoce que le han engañado alguna vez mientras jugaba en la red.
Resalta también que el 29.8% de los encuestados se declara víctima de ciberacoso a través de la red y el 20.1% a través del celular, y que el 24,8% manifiesta haber ciberacosado a través de la red y el 14.3% a través del teléfono móvil., no encontrándose diferencias en función del género.
Prevención
El profesor de la VIU explica en su informe que en los últimos años, producto de la alarma social generada, se han construido una serie de mitos alrededor del ciberacoso “que han motivado una creencia errónea generalizada que postula que un enfoque tecnológico y de seguridad, es decir, una mayor formación y un mayor control sobre el uso de las tecnologías, redundará en una disminución del riesgo de los jóvenes”.
En este sentido indica que muchos estudios sostienen que “los enfoques que tienen en cuenta a toda la comunidad educativa, se revelan más eficaces como estrategias preventivas, como así sucede para el acoso tradicional”.
“Es cierto que el ciberacoso tiene una serie de especialidades, como el hecho de ocurrir sobre todo fuera del horario escolar, pero la investigación revela que adaptar los hallazgos sobre ciberacoso a los programas exitosos en prevención de acoso escolar, se revela como una estrategia recomendable a las políticas de corte punitivo y de tolerancia cero”, agregó.