Inés Melchor ha pasado más de la mitad de su vida corriendo. Exactamente, 16 años. Casi el número de países (15) que ha pisado gracias a su carrera.
Confiesa, sin embargo, que en cada uno de ellos ha priorizado el descanso sobre el turismo. Incluso, en Berlín, donde en el 2014 logró su mejor tiempo y récord sudamericano: 2 horas, 26 minutos y 48 segundos.
“Si fuera por mí, nunca saldría del hotel. Me quedaría durmiendo todo el tiempo”.
Y no es para menos. Su entrenamiento es exigente: corre y hace diferentes tipos de ejercicios de lunes a domingo en Huancayo, a más de 3,200 metros sobre el nivel del mar.
Los días de semana, en dos turnos por día; y los fines de semana, los reduce a uno. Por ello, en cada momento disponible, duerme y ve televisión.
“Me gusta ver Full House o series divertidas con las que pueda distraerme. Pero si debo elegir entre la televisión y mi cama, escojo dormir”, comenta la embajadora de la marca Adidas.
Sus pininos
Inés Melchor se unió al atletismo por necesidad: tenía 14 años y debía aprobar el curso de Educación Física. Y para ello necesitaba entrenar.
Es así que Mauricio Rivera López, su profesor, la incentivó a inmiscuirse en el rubro deportivo. “Inicialmente no me llamaba la atención, pero a los tres meses le empecé a agarrar el gusto”, recuerda.
Pero al inicio no era la disciplina la que la atrapó, sino los factores que estaban en torno a él. “Me empezó a gustar el atletismo porque me ayudó ayuda a conocer personas y a formar valores”.
Y con el tiempo, el atletismo se convirtió en su vida, aunque son los primeros años los que rememora con más cariño.
“Las competencias que más recuerdo son las primeras, cuando inicié. Como una en Huancayo, donde corrí cinco kilómetros en el colegio”. Asegura que no era una de las favoritas, pero ganó. Ese fue su mayor incentivo para continuar por el rumbo deportivo.
“Hoy, a mis 31 años, sé que el atletismo te abre las puertas del mundo y por él aprendes cosas con las que jamás soñaste”.
Las metas
La fondista peruana ya perdió la cuenta del número de carreras en las que ha competido, entre medias maratones, maratones completas y menores distancias.
Sin embargo, tiene claro cuáles son las más difíciles: “Los Mundiales y los Juegos Olímpicos son carreras muy fuertes donde te encuentras con deportistas de Kenia y otros países”.
Contra ellos y miles más, Melchor espera competir pronto mejorando sus marcas. Sus próximos retos son los Juegos Panamericanos Lima 2019 y los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Entonces estaría bordeando los 34 años y sumaría dos décadas como deportista. Y cuenta que en dicha fecha espera retirarse del atletismo y apuntar a un nuevo proyecto: el apoyo social.
“Quiero tener una fundación para apoyar a los niños de recursos económicos bajos de provincias a los que les guste el atletismo y tengan potencial”.
Cifras y cuentas
Inés Melchor hoy cuenta con el apoyo de cuatro marcas: Adidas, BCP, Hiraoka y Entel. Pero sostiene que antes, hace unos diez años, esto era impensable, pues para ser deportista (especialmente – dice– en una disciplina lejana al fútbol) había que recurrir a extra esfuerzo personal y al apoyo de la familia.
Ahora, las marcas ven en fondistas una buena opción para brillar. No obstante, no considera que hasta ahora sea rentable al cien por ciento ser deportista en el Perú.
“Soy atleta porque me gusta correr, y cuando eres buena en esto puedes ganar dinero, pero en competencias grandes, como las maratones de Chile o Corea del Sur. Ahí, si quedas entre los primeros lugares, sí puedes obtener una bolsa para el año”.
Sin embargo, en estas competencias solo puede participar una o dos veces por año para poder mantener un alto rendimiento físico. En cambio, en las de menos distancia, corre ocho a diez veces por año, aunque con premios menores.