(Bloomberg) Ahora que los Hamptons son sinónimo de riqueza, ocio y precios inmobiliarios estratosféricos, no sorprende que agentes del mundo entero estén ansiosos por asociar sus avisos clasificados con la zona.
“Los Hamptons son a Nueva York lo que la región vitícola es a San Francisco”, dijo Ginger Martin, agente de Sotheby’s que representa anuncios en la zona de Sonoma/Napa Valley, una hora y media aproximadamente al norte de San Francisco. “Lo digo desde hace mucho tiempo”.
Con esto, dijo Martin, no se refiere a la riqueza que atrae California, sino más bien a la proximidad a una ciudad, su estatus como destino y su rol como “sitio para salir de Silicon Valley y distenderse”, dijo. “Es un lugar de fin de semana”.
Esa idea es lo que han pasado a encarnar los verdaderos Hamptons, aunque en su versión más extrema.
Aproximadamente a dos horas de Nueva York, la estrecha franja de localidades de vacaciones con atascos de tránsito en la parte sur de Long Island tiene enormes playas arenosas y restaurantes excelentes y, más importante, es accesible en auto, avión y helicóptero.
Lo que vuelve a la zona particularmente digna de ser imitada es que “pese a ser muy de alta gama, es muy discreta”, dijo Michaela Keszler, agente inmobiliaria de Southampton para la firma inmobiliaria Douglas Elliman.
Los que vienen, dijo, “pueden tener mucha vida social si quieren, pero también lo opuesto, mantener la intimidad y la tranquilidad”.
Cada ciudad con una clase opulenta cuenta con un equivalente de los Hamptons, ya sea Sylt, una isla en el Mar del Norte elegida por la élite de Hamburgo; una ciudad como Ojai, destino discreto para las celebridades de Los Ángeles; o el Lago de Garda, donde van los titanes industriales de Milán.
Muskoka, una ciudad a orillas del Lago Joseph sobre la escarpada piedra gris del Canadian Shield, ha sido un imán para los ciudadanos ricos de Toronto y más allá.
São Sebastião, tres horas al este de São Paulo, es una franja de 63 millas de una costa de arena blanca salpicada con mansiones de los megaricos de Brasil.
Uno diría que un equivalente de los Hamptons para París podría ser el sur de Francia, donde los ricos de la ciudad se codean con una mezcla de millonarios internacionales, multimillonarios y sus comitivas de parásitos.
Pero en realidad es la costa norte de Bretaña, en una ciudad llamada Dinard, que es “un lugar completamente parisino”, dijo Alexander Kraft, presidente de Sotheby’s International Realty France-Monaco. “Por ejemplo, toda la familia de [François] Pinault tiene varias casas allí”.
La zona es destino de vacaciones desde hace más de un siglo, pero solo en los últimos 10 a 15 años “se volvió muy de alta gama”, dijo Kraft. “No hay grandes propiedades, empero. Hay residencias al borde del mar. Tiene su aire de pueblo como lo tenían los Hamptons unas décadas atrás”.
En el sur de Alemania, el equivalente de los Hamptons está al otro lado de la frontera en Austria. “Kitzbühel es los Hamptons de Múnich”, dijo Keszler, agente de Elliman que nació en el barrio de Grünwald en Múnich.
“Es el lugar al que va la gente de Múnich el fin de semana, y es el mismo circo: cargan a los niños y el perro en el auto el viernes por la noche, con esperas de media hora en el tránsito, para volver el domingo por la noche.
Lo único bueno que tiene es que en Alemania no hay límites de velocidad, de modo que se puede circular más rápido”.