Han transcurrido cerca de 70 años desde que José Clemente Orozco tomara los muros del Palacio de Gobierno de Jalisco para retratar la lucha por la liberación de México, desde que Diego Alfaro Siqueiros pintara en el Palacio de Bellas Artes el tríptico que conmemorara el aniversario de la revolución o desde que Diego Rivera -quien fuese esposo de Frida Kahlo- produjera en el Hotel del Prado un emblemático mural en que buscara inmortalizar alrededor de 150 figuras clave de la historia de su país natal.

Aun así, la obra de estos tres maestros del muralismo no se limitó únicamente a representar una imagen del nacionalismo mexicano. Su mirada también cruzó el lenguaje internacional del arte al punto de que supuso una influencia continental a la que nuestro país no fue ajeno.

“Fueron artistas que negociaron sus contextos locales, sus problemas históricos, sus tradiciones con corrientes europeas de ese momento; de tal manera, tenemos el cubismo de Rivera, el expresionismo de Orozco, que es una faceta cosmopolita, o la pintura de caballete de estos tres maestros”, dice Carlos Palacios, curador.

El Museo de Arte de Lima (MALI) acogerá precisamente desde el 14 de marzo hasta el 21 de mayo “Orozco, Rivera y Siqueiros. Modernidad en México 1910 – 1966”, una selección representativa de un movimiento artístico que definió uno de los horizontes de la plástica latinoamericana del siglo XX.

Serán 74 piezas procedentes de la colección del Museo de Arte Carrillo Gil las que irrumpirán en el espacio.

Muestra itinerante

1- Diego Rivera. “Retrato de Maximiliano Volonchine”.
2- Clemente Orozco. “Prometeo”.
3- David Alfaro Siqueiros. “Piroxilina sobre madera comprimida”.

La colección ha retomado un recorrido internacional que inició sin éxito en 1973 en el Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago de Chile. Y es que, aunque se instaló en su totalidad en ese momento, no vio la luz dado al estallido del golpe de Estado. Recién en el 2015 se retomó esta suerte de muestra suspendida, a partir de lo cual ha podido arribar a Buenos Aires y ahora Lima.

“La intención es poner a dialogar esta colección de arte mexicano moderno con escenas locales y, en esta ocasión, se hará lo propio con el arte peruano moderno”, detalla Palacios.

Es así que se ha desarrollado una cronología que traza la historia de esos contactos. Un caso es el del peruano José Sabogal quien visitó México en los años 20 para desarrollar una obra sobre los paisajes geográficos de México.

Otra de las facetas más interesantes, según el curador, es la presencia del indígena. La muestra alberga un retrato que hizo Diego Alfaro Siqueiros a Moisés Sáenz, una figura fundamental en la historia de relaciones entre México y el Perú, quien escribiera sobre el indio peruano y concretara una de las primeras exposiciones de arte mexicano moderno en nuestro país.

“Eso obedece también a que el muralismo mexicano estableció un canon en todo América Latina pues, efectivamente, en cada país el arte mexicano ha tenido un peso en la realización de artes locales”, argumenta Palacios. Y puntualiza: “la influencia del muralismo es continental y esta colección exhibe esta historia”.