Puede que usted no sea asiduo a publicar en Facebook, o tal vez ni siquiera pertenezca a esta red social. De uno u otro modo, su información personal puede quedar registrada en Internet.
Es sabido que el rastro que uno deja en ‘la nube’ puede brindar información sobre sus gustos o intereses.
Ahora se ha corroborado otra forma de obtener información de cualquier persona: a partir de la actividad de sus contactos en redes sociales. Esta es la conclusión de un estudio de investigadores de la Universidad ETH Zúrich (Suiza), publicado en la revista Science Advances.
Perfiles “fantasma”
La investigación también comprueba otro ángulo de esta práctica: la posibilidad de crear un “perfil fantasma” (una colección de datos sobre usted que nunca brindó) en base a la información que compartan terceros en redes sociales.
La figura es sencilla: los usuarios interactúan constantemente entre sí en línea, dejando grandes capas de información que pueden revelar atributos privados de otros, explica Juan Carlos Luján, docente de Comunicación Audiovisual y Medios Interactivos en la UPC.
Pero no queda ahí. Cuando las redes sociales acceden a datos de otros servicios similares o de aplicaciones de celular, quienes estén en esas bases de datos quedarán conectados y “guardados” sin que sean parte de la red.
Ni bueno ni malo
Ninguna tecnología es buena o mala en sí, pues depende del uso que se le dé.
Un aspecto positivo de que los algoritmos de una red social es que pueden contribuir a ofrecer contenido personalizado y simplificar la navegación web.
Desde el punto de vista comercial, empresas como Amazon o Netflix usan el análisis de datos para “predecir preferencias y decidir en qué tipo de contenidos invertir para cada público”, señala Miguel Morachimo, director de Hiperderecho.
Y agrega que esta forma de recolectar datos “puede ser una herramienta para entender mejor al público objetivo de una marca. También puede usarse en investigaciones policiales para inferir contactos en común o hábitos en un grupo de sospechosos”.
Pero también advierte de los riesgos de esta forma de conseguir datos.
Los riesgos
El principal peligro es que la información personal termine en bases de datos sin autorización previa.
Podría incluso caer en manos de terceras empresas que la usen para determinar riesgos crediticios, predecir el comportamiento de un consumidor o incluso discriminarlo. También podría ser usada por delincuentes que busquen víctimas de robos, secuestros o extorsiones.
“Así como hoy se compran direcciones de correo en el mercado negro para enviar publicidad, en el futuro se podría contratar bases de datos para descubrir personas recientemente divorciadas o familias con hijos viviendo solos”, advierte Morachimo.
Regulación
El estudio finaliza con un llamado a que los reglamentos para proteger el derecho de los individuos a decidir sobre su información tenga en cuenta este nuevo fenómeno.
En el mismo sentido, Morachimo resalta la importancia de “revalorar la libertad de decisión del usuario como centro de una política de protección de datos, que reconozca que estos pueden ser utilizados en el mercado siempre que se respeten las garantías necesarias”.