Osvaldo Cattone, un actor sin caretas

El hombre con más de 42 años en las tablas sale por vez primera del Marsano para darle vida a “El Padre”. El argentino habla sobre esta suerte de infidelidad y la idea de la muerte.

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Osvaldo Cattone es un personaje excéntrico, un hombre que parece salido de otro tiempo, de la época a la que pertenecen los artistas europeos que actuaban, dirigían y comandaban sus propias compañías de teatro, el Marsano es una prueba de ello; pero ante todo Cattone ha huido de los moldes, quizá hasta de los estereotipos, ha cumplido 84 y no se considera un anciano, tiene la energía a flor de piel.

Hoy un proyecto acapara toda su atención. “El Padre”, obra en que interpreta a un hombre inteligente, independiente, lúcido que lo va olvidando todo producto del alzhéimer. La puesta en escena lo conllevó a dejar temporalmente el refugio que ha habitado por más de 42 años para instalarse en La Plaza.

“¿Si me costó tomar la decisión? Claro que sí. Era tentador. Era como debe haberle ocurrido a Mario Vargas Llosa con su mujer después de 50 años. Hay un momento en que es tan fuerte lo que sucede que no puedes decir no”, dice mientras suelta una ligera sonrisa. “La infidelidad a veces es cuestión de oportunidad”, dispara.

El papel lo tiene en vilo. Dice que no hay día en que “no vea la hora para llegar al teatro”, y aun cuando la función acaba, los aplausos cesan, las luces se apagan, queda con una sensación adrenalínica que no le permite conciliar el sueño enseguida. Entonces se refugia en una película, un restaurante, una buena compañía.

“Me gusta la buena bebida, la buena comida, mis animales, mis amigos… por encima de mi talento está mi amor a la vida, quiero gozar lo que tengo”, lanza el hombre que por décadas ha sabido mantenerse frente, detrás y sobre las tablas.

Quiere disfrutarlo todo y, hacerlo al máximo. No está dispuesto a perderse ni un instante de la vida, de su fabulosidad. Su propósito, asegura, es divertirse cada momento.

“Muchos dicen que ‘la vida es demasiado triste como para encima ir a ver un drama’, más bien es al revés, la vida es maravillosa, divertida… yo he hecho que la mía fuera así, al menos en lo posible”.

De inmediato lanza una afirmación con dosis de entusiasmo: “Quiero divertirme, me pasa con ‘El Padre’, me entretiene, me estimula”.

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“Me considero un hombre directo, a mi edad aprendí a ser frontal… con las consecuencias que no son las ideales cuando doy una opinión”

Ficción con sabor a verdad
Cattone tiene la voz vigorosa (“es lo que me han dejado las tablas”, reconoce), ademanes siempre listos para salir a flote y una disfunción en la columna producto de una caída fallida en una puesta en escena (“a veces siento un tirón, curiosamente cuando actúo no me duele nada”, y dice que ahí sobre el escenario la única licencia que se da es olvidarse del dolor).

El argentino que pisó suelo peruano en el año 1973 para luego acoger al Marsano confiesa que estar a cargo de un teatro es algo “troglodítico”. Un círculo virtuoso en que ni bien estrena una obra ya debe pensar en la que vendría después. Así que, aunque por ahora sea “El Padre”, ya está abocándose a su nuevo proyecto: “Brujas”.

“El teatro es una ficción, una mentira que hay que saber contar para que parezca verdad”, ensaya.

Y arguye, sin abandonar la modestia, que uno de los méritos que -considera- le corresponde es haber contribuido a que “la señora de Comas, de Lince, de Jesús María fueran al teatro” porque cuando llegó “este arte era totalmente elitista”.

Cattone busca servirse del presente, no se le ha pasado por la cabeza “jubilarse” y evita pensar demasiado en la muerte.

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“Para ‘El Padre’ me he aprendido 80 páginas y lo he hecho como nadie antes”. La obra va hasta el 12 de septiembre.

Festín diario
“Me gusta aprovechar esta fiesta diaria que aún tengo, me da juventud, equilibrio, claridad mental”, dice con entusiasmo, pero luego arremete, “porque creo que en el cajón voy a estar muy solo”.

No duda en decirlo como tampoco en recurrir a las frases que ha capturado en su memoria sobre el tema.

Recuerda una: “No hay que preocuparse por la muerte, porque la bala que te va a matar ya fue disparada” y cuenta que la escuchó en una película de Ang Lee y que, sí, es algo que nos va a alcanzar en algún momento, algo de lo que no se puede huir. “Tu momento es tu momento”, prosigue haciendo referencia a una obra francesa. “Nadie muere en la víspera, dijo Borges”.

“Yo veo que la gente me devuelve con mucha energía mi trabajo, con un gran aplauso, pero no soy realmente ‘El Padre’, yo tengo una actitud más juvenil, más dinámica, no estoy a merced de ningún miedo”, dice casi con seguridad.

Hasta que reflexiona y retoma: “Quizá a la muerte. Pero tengo tanta suerte en la vida, que a lo mejor voy a morir sin darme cuenta, sin sentirlo”.

OTROSÍ DIGO
El ritmo que marca el teatro peruano
Sin un ‘boom’. A los tres años de haber llegado a nuestro país, Cattone inauguró el teatro Marsano “Pusimos cortinas, telón, camerinos, cambiamos butacas”, recuerda. Unas 124 puestas en escena después, el actor y director reconoce que estamos lejos de atestiguar un boom teatral. “El boom lo tiene que provocar el público, buen teatro ha habido desde hace mucho, siempre nos faltó gente”, recalca.

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