FOTOS | A 1,950 kilómetros de la costa sudoeste de África y a 2,900 kilómetros de Sudamérica, en el corazón del Océano Atlántico Sur, se ubica la isla de Santa Elena. Con una superficie de un poco más de 120 kilómetros cuadrados, este territorio británico posee una riqueza cultural e histórica única.
Una belleza natural majestuosa convierte a este archipiélago volcánico en un destino imperdible. Sin embargo, su locación recóndita y el largo trayecto para llegar allí hacen que el turismo sea escaso.
Este paraíso subtropical, que en un mapa aparece como un pequeño puntito en el medio del océano, parece estar alejado de todo. Tan recóndita es su ubicación que fue elegida para el exilio del mismísimo Napoleón Bonaparte, quien llegó en el año 1815, y permaneció allí hasta su muerte en 1821.
El único acceso posible a esta formación volcánica es mediante una travesía de cinco días en barco. Pero eso esta a punto de cambiar con el inicio de vuelos comerciales a la isla.