En tiempos difíciles, los votantes optan por líderes dominantes

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, es un ejemplo de candidato dominante, mientras que Hillary Clinton lo es de una candidata prestigiosa, dice el trabajo publicado por London Business School.

(Bloomberg) Investigadores de la London Business School han hallado elementos que respaldan la idea de que los votantes prefieren los candidatos “dominantes” a los “prestigiosos” en momentos de incertidumbre económica, según un trabajo que apareció en una destacada publicación científica.

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, es un ejemplo de candidato dominante, mientras que Hillary Clinton lo es de una candidata prestigiosa, dice el trabajo publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America.

Se publicó online el 12 de junio e integrará una edición impresa de próxima aparición. Los autores son Niro Sivanathan, un profesor de conducta organizacional, y Hemant Kakkar, un estudiante de grado.

Los hallazgos sobre la hegemonía de una personalidad dominante también contribuyen a explicar el ascenso del primer ministro indio Narendra Modi, de los candidatos favorables al Brexit en el Reino Unido y del nacionalismo en China, escriben los autores.

“Ante una situación de incertidumbre y la consecuente falta de control psicológico, las personas se inclinan por un líder dominante/autoritario, que consideran que tiene la capacidad para enfrentar los vientos desfavorables e incrementar sus oportunidades futuras de éxito”, escriben en el trabajo, titulado “Cuando el atractivo de un líder dominante es mayor que el de un líder prestigioso”.

Los autores hacen referencia a un cuerpo de literatura que muestra que la dominancia y el prestigio son caminos diferentes al poder. “Una estrategia de dominancia exige que las personas sean más seguras, controladoras, decididas y confiadas en que alcanzarán sus metas”, escriben.

“Las personas que adoptan esa estrategia con frecuencia ejercen coerción o inducen un temor psicológico entre los miembros de otro grupo a los efectos de alcanzar esos objetivos y no les preocupa el costo que pagan los otros por ello”.

En cambio, quienes tratan de ganar por medio del prestigio sirven como “modelos culturales y de información a los demás” y “exhiben y comparten de forma activa conocimientos o habilidades que son valiosas para los miembros de otro grupo”.

Un líder prestigioso, escriben los autores del trabajo, “es percibido por lo general como una persona generosa y útil”.

En una entrevista, Sivanathan dice que los autores trataron de evitar hacer juicios de valor respecto de qué abordaje es mejor. “Somos académicos”, dice. “Tratamos de limitarnos a los datos, de asegurarnos de no hacer juicios de valor sobre las personas”.

Sin embargo, no cuesta mucho percibir cuáles son las simpatías de los autores. La primera frase del abstract del trabajo dice: “En todo el mundo presenciamos el ascenso de líderes populistas autoritarios que hacen gala de un relato controlador, una conducta agresiva y, con frecuencia, una moral cuestionable”.

Sivanathan dice que él y Kakkar tuvieron la suerte de iniciar su investigación durante la campaña electoral de Trump y Clinton. “Es muy raro encontrar una situación de la vida real en que hay casi dos arquetipos” de candidatos dominante y prestigioso, dice.

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