Suecia se niega a armar a los regímenes represivos con esta “cláusula democrática”

Suecia propone un excelente ejemplo para otros exportadores de armas, pero les será difícil emularlo dado lo que está en juego.

La empresa sueca Saab fabrica aviones caza. (Foto: AFP)
La empresa sueca Saab fabrica aviones caza. (Foto: AFP)

(Bloomberg).- Suecia está a punto de dar un paso audaz: su gobierno quiere ser el primero del mundo en imponer una prohibición legislativa a los regímenes antidemocráticos. Si otros grandes exportadores de armas hicieran lo mismo, menos gente moriría en guerras insensatas.

Suecia es el 12º mayor exportador de armas del mundo, según el Instituto de Investigación sobre la Paz Internacional de Estocolmo, y en el 2016 exportó armamento por un valor de US$ 1,200 millones.

Muchos integrantes de la poderosa sociedad civil del país protestan desde hace mucho por las ventas de armas a regímenes represivos, en especial a Arabia Saudita.

Desde el 2014, cuando la actual coalición gubernamental asumió el poder, los representantes del Partido Verde, un socio minoritario, presionaban para que se incluyera una “cláusula democrática” en las exportaciones de armas. El gobierno promete someter la ley a votación en el parlamento el jueves. Allí, se espera una fácil aprobación.

No sorprende que esta no sea una medida popular en el sector de Defensa de Suecia. Hakan Buskhe, presidente de Saab, que fabrica aviones caza, ha argumentado que las restricciones a las ventas a los estados del Golfo tornarían más difícil para el sector desarrollar armas modernas para el ejército sueco, obligándolo a importarlas.

Aquellas también han sido criticadas desde la izquierda por no definir la democracia o las violaciones a los derechos humanos con suficiente precisión a los fines de la prohibición de exportar.

Es adecuado, sin embargo, que un país que con orgullo se considera una superpotencia humanitaria sea el primero en tratar de establecer criterios humanitarios para la venta de armas.

En la práctica, los lucrativos contratos con Oriente Medio son difíciles de rechazar. Según los informes suecos al Registro de Armas Convencionales (RAC) de las Naciones Unidas, en los últimos años casi todas sus ventas de armas se hicieron a países democráticos.

Pero los datos más recientes también muestran ventas a Pakistán, que técnicamente es una democracia, pero tiene una historia de abusos contra los derechos humanos, y los Emiratos Árabes Unidos (EAU), que de ningún modo son una democracia y están involucrados en el desastre humanitario de una incursión militar encabezada por los sauditas en Yemen.

En el marco de la nueva ley, cualquiera venta de este tipo que se proponga, debería ser analizada.

Este es un excelente ejemplo para otros exportadores de armas, pero les será difícil emularlo dado lo que está en juego. Los dos mayores, Estados Unidos y Rusia, fueron responsables del 33 por ciento y el 23%, respectivamente, de las exportaciones mundiales de armas de 2012 a 2016, y ni siquiera han aceptado el Tratado de Comercio de Armas (TCA) de la ONU, que busca hacer más transparentes las transferencias internacionales de armamentos y limitar el suministro a zonas en conflicto.

Rusia objetó el tratado porque le dificultaría armar al régimen del presidente sirio Bashar Al-Assad. A Estados Unidos, en general, no le gusta que la ONU le imponga políticas. Aunque el secretario de Estado John Kerry firmó el TCA en nombre de Estados Unidos en el 2013, el país no lo ha ratificado y no lo hará con un congreso republicano.

Barack Obama propuso ratificar el TCA diciendo que podría alentar a otros países a establecer controles de exportación de armas tan estrictos como los de Estados Unidos. Estos dificultan la venta a grupos terroristas y a estados facciosos –pero no a países antidemocráticos que violan los derechos humanos–.

Arabia Saudita y los EAU son los mayores clientes de Estados Unidos. El presidente Donald Trump proclamó recientemente lo que, según él, era un acuerdo de armas de US$ 110,000 millones con los sauditas, aunque es incierto si tal compromiso realmente existe.

Los grandes exportadores occidentales de armas –incluso aquellos que como el Reino Unido, Francia y Alemania ratificaron el TCA– pueden considerar que sería imprudente suscribir el tipo de restricciones que Suecia se está imponiendo y dejar una gran cuota del mercado mundial de armas en manos de competidores como Rusia y China, que no tienen reparos en abastecer a cualquier comprador mientras no sea hostil a esos países.

Se podría argumentar que las armas de esos competidores son igualmente mortales, de manera que el poder militar de los regímenes represivos quedaría incólume y los países occidentales perderían sólo ingresos y empleos. Las alianzas de largo plazo también se verían afectadas. Los argumentos morales son especialmente impopulares en la administración Trump.

Por otra parte, en tanto el centro mundial del poder blando se desplaza a Europa, los países líderes de la Unión Europea podrían querer defender la idea de armar únicamente a las democracias hermanas.

Sería más fácil para Alemania que para Francia. Sus tres mayores clientes son Corea del Sur, Grecia y Estados Unidos, mientras que Francia hace la mayor cantidad de negocios con Egipto, China y los EAU.

Como país neutral, a Suecia le resulta algo más fácil ejercer autoridad moral. Eso no significa que otros no debieran aspirar a pautas similares.

Por Leonid Bershidsky

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.

ÚLTIMA HORA ver todas

BLOGS ver todos

Revolución digitalPablo Bermudez

Bye bye Dubai... ¡Bienvenido NEOM! (1 de 3)

Herejías EconómicasGermán Alarco

Plan Estratégico de Desarrollo Nacional (PED...

El Vino de la Semana

Pisco, amor por el Perú

Te lo cuento fácilAlumnos de la Universidad del Pacífico

Guerra en Ucrania: un breve análisis del fac...

Economía para todosCarlos Parodi

Estados Unidos y China

WALL STREET VER TODOS

Será noticia

JOSÉ ANTONIO MONTENEGRO