Secreto familiar explica expansión de US$ 20,000 millones de empresa que hace tambalear a Temer

En el 2009, el BNDES adquirió 3,400 millones de reales en bonos locales de JBS que podrían convertirse en acciones de JBS USA, la división estadounidense que la matriz planeaba escindir en una oferta pública inicial.

(Bloomberg) Cuando los magnates del negocio de la carne Joesley y Wesley Batista se sentaron con fiscales brasileños el mes pasado y les dijeron todo lo que sabían sobre el escándalo de corrupción metastásico conocido como Operación Lava Jato, también les revelaron un sucio secreto de la familia.

El ascenso meteórico de JBS SA, de los Batista, una potencia mundial de producción y procesamiento de carne que pareció surgir de la nada hace una década, no hubiera sido posible sin un político corrupto, cientos de millones de dólares en sobornos y una serie de negocios en condiciones preferenciales con el banco estatal de fomento de Brasil.

“No habría funcionado”, les dijo Joesley Batista, según videos de su testimonio. “No hubiera sido tan rápido”.

Nunca desde que un ex ejecutivo petrolero convertido en testigo estatal desencadenó la investigación Lava Jato Autos hace tres años, un testimonio en el caso había sido tan explosivo y había amenazado con hacer tanto daño a la economía brasileña y a sus instituciones políticas.

El fraude que los hermanos describieron en al menos siete horas de testimonio es tan generalizado que nuevamente ha sumido a Brasil en el caos político a menos de un año de la destitución de la última presidenta de la nación.

Además de entregar documentos que supuestamente involucraban a más de 1.800 políticos en la trama, los magnates del negocio de la carne también dieron a los fiscales una grabación en la cual el presidente Michel Temer parece respaldar el pago de dinero por parte de Joesley Batista para comprar el silencio de un ex legislador encarcelado.

S&P Global Ratings dijo el 22 de mayo, cinco días después de que se diera a conocer el testimonio, que podría rebajar aun más la calificación del crédito soberano de Brasil dentro de los niveles de chatarra, en medio de temores de que las acusaciones comprometan la ambiciosa agenda de reforma de Temer, e incluso su presidencia. Temer ha negado la comisión de actos indebidos.

¿Competencia injusta?
Los Batista, encabezados por Joesley, de 45 años, y su hermano mayor, Wesley, se proyectaron al escenario mundial con una ola de compras por US$ 20,000 millones durante la última década, convirtiendo su matadero familiar en el mayor productor de carne del mundo.

Que los hermanos están ahora por salir del escándalo Lava Jato sin enfrentar cargos penales es testimonio de su perspicacia casi sobrenatural para la negociación.

Cuando los dos Batista trabaron contacto con el fiscal general de Brasil el mes pasado ofreciendo canjear todas las pruebas que habían recolectado por inmunidad, el funcionario no tuvo “más alternativa” que darles lo que querían, éste recordó recientemente.

Las revelaciones plantean preguntas sobre competencia desleal en el extranjero, ya que la compañía se quedó con más de 40 rivales en cuatro continentes entre 2007 y 2017.

Según Joesley Batista, el banco estatal de fomento conocido como BNDES desempeñó un papel crucial en la expansión de JBS en Estados Unidos. La entidad prestamista inyectó 5,600 millones de reales (unos US$ 3,200 millones al tipo de cambio promedio de entonces) en capital para la adquisición de Swift & Co. en 2007, las divisiones de producción de carne de Smithfield Foods Inc. en 2008, y el productor de pollo Pilgrim’s Pride Corp. en 2009.

Reunión con Mantega

En su testimonio, Joesley Batista relató cómo el esquema que se extendió por una década comenzó en una fatídica reunión de 2005 con Guido Mantega, quien fue presidente del BNDES entre 2004 y 2006, antes de asumir el cargo de ministro de Hacienda de Brasil entre 2006 Y 2014.

JBS era entonces un matadero privado, pero tenía ambiciosos planes para ser mucho más. Mientras que otros ejecutivos de BNDES presentes en la reunión que tuvo lugar en la sede del Banco en Río de Janeiro parecían escépticos, Mantega mostró “fuertes” señales de apoyo, dijo Batista.

El abogado de Mantega no respondió a las solicitudes de comentarios por correo electrónico y teléfono. La oficina de prensa de BNDES y una portavoz de JBS tampoco respondieron a las solicitudes de comentarios.

Con la bendición de Mantega, sostuvo Batista, JBS comenzó a buscar oportunidades en el extranjero. Rápidamente encontró una, y en septiembre de 2005 hizo una oferta de US$ 200 millones para comprar Swift Armor en Argentina.

BNDES acordó prestar a la compañía US$ 80 millones, y los Batistas supuestamente pagaron el 4% del valor, o US$ 3.2 millones, como soborno a un asociado de Mantega, dijo Batista.

Incluso con el soborno, Batista recuerda haber pensado que los términos del préstamo eran excesivos, pero era todo lo que podían conseguir. “Eso es lo que nos llevó a cerrar el trato”, dijo a los fiscales.

Fondos de campaña
Los hermanos afirmaron haber continuado pagando sobornos a ese asociado hasta 2009, cuando supuestamente comenzaron a negociar directamente con Mantega, dijo Batista.

En total, Batista dijo que pagaron US$ 220 millones en sobornos, mientras la mayor parte del dinero fue canalizado a través de campañas políticas. JBS y otras compañías bajo el paraguas del holding familiar J&F Investimentos fueron los mayores contribuyentes de campaña en las elecciones de 2014, cuando la presidenta Dilma Rousseff ganó la candidatura para un segundo mandato, según el tribunal electoral de Brasil.

A pesar del trato favorable, JBS pronto se encontró sobrecargada de deudas. Una vez más BNDES salió al rescate.

En 2009, el BNDES adquirió 3,400 millones de reales en bonos locales de JBS que podrían convertirse en acciones de JBS USA, la división estadounidense que la matriz planeaba escindir en una oferta pública inicial.

Cuando JBS no realizó la venta de acciones, el BNDES convirtió la deuda en acciones de la empresa brasileña, pero compró la acción con una prima que generó 267 millones de reales en pérdidas para el banco, de acuerdo con el tribunal de auditoría del país.

El banco también libró a JBS de una multa de 345 millones de reales que contractualmente estaba obligada a pagar.

Surgen dudas
Para muchos observadores brasileños de larga data, las acusaciones son impactantes, pero no sorprendentes.

“En el financiamiento público, lo ideal es buscar empresas que tengan una buena perspectiva de generar desarrollos dentro del país y que no puedan obtener fondos en el sector privado -- tampoco lo fue para JBS”, dijo Sergio Lazzarini, profesor de Insper en Sao Paulo y coautor de “Reinventing State Capitalism” sobre la relación entre el gobierno y las empresas en Brasil.

En una carta abierta la semana pasada, Joesley Batista dijo que se equivocaron al haber participado en el plan y se disculpó.

“Aunque tenemos explicaciones de lo que hicimos, no tenemos ninguna justificación”, dijo. Batista señaló que el “sistema” de Brasil a menudo crea barreras para las empresas que quieren realizar transacciones y por eso optaron por pagar los sobornos. “En otros países fuera de Brasil, pudimos expandir nuestro negocio sin violar los valores éticos”.

Bill Bullard, máximo ejecutivo de R-Calf, un grupo ganadero en Billings, Montana, que desde hace mucho tiempo ha sido crítico de las grandes empresas de procesamiento de carne, recuerda las dudas que surgieron cuando JBS entró por primera vez en el mercado.

JBS no sólo fue capaz de hacer compras con los préstamos garantizados con sobornos, fueron capaces de entrar al mercado ganadero de Estados Unidos y superar a los potenciales inversionistas de Estados Unidos para estos activos”, dijo.

“A través de medios mal adquiridos, JBS ha sido capaz de ganar el control de una gran parte de la industria ganadera de Estados Unidos”, señaló.

Wesley Batista, además de cobrar sobornos por los recursos del BNDES, también admitió pagar sobornos a cambio de exenciones tributarias y dijo que proporcionaría evidencia sobre presuntos delitos que involucran a los reguladores de seguridad alimentaria del país.

En marzo, JBS fue vinculada a otra investigación cuando una de sus plantas, junto con otros 20 empacadores, fueron acusados ​​de sobornar a inspectores federales para que aprobaran la venta de carne contaminada.

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