Bloomberg.- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, despachó el viernes una nueva serie de críticas contra la cadena de televisión ESPN, exigiendo una disculpa después de que la presentadora Jemele Hill llamara al presidente un supremacista blanco. ¿Dónde más?, en Twitter.
“ESPN está pagando un precio muy alto por su política (y mala programación)”, dijo el presidente en Twitter, respondiendo a los comentarios de Hill del 11 de septiembre.
“La gente la está abandonando en números RÉCORD. ¡Discúlpense por la mentira!”
Es significativo que el presidente exigiera una disculpa de la red de televisión, no de Hill.
Desde su inauguración, las compañías estadounidenses han encontrado casi imposible mantenerse fuera del fuego cruzado partidista. General Motors, Campbell Soup, la compañía Walt Disney de Boston, Under Armour y Uber Technologies han enfrentado amenazas y llamados a boicots de ambos lados, dependiendo de cómo los consumidores consideraron su relación con la Casa Blanca y su posición en cuestiones sociales.
“La gente va a reaccionar tanto si hablan o no hablan”, dijo Leslie Gaines-Ross, estratega jefe de reputación de Weber Shandwick.“Hay muchos riesgos y muchas recompensas por hablar. Depende mucho de su base de empleados y de su base de clientes porque siempre va a ofender a alguien”.
A pesar de que ESPN se distanció rápidamente de la posición de Hill, la compañía atrajo una nueva oleada de críticas por no despedirla.
El hashtag #boycottESPN atrajo más de 60,000 tweets, en su mayoría de personas que parecían ser más conservadoras en base a sus otras actividades en medios sociales, dijo David Berkowitz, director de estrategia de la firma de tecnología de marketing Sysomos. Muchas de las personas que tuitearon una y otra vez tenían banderas estadounidenses en su perfil y lemas como “Todas las vidas son importantes”, encontró.
“Donald Trump, con razón o sin razón, es el punto focal de mucha rabia”, dijo Jason Maloni, fundador de JadeRoq LLC, una empresa de gestión de crisis que da consejos sobre temas de reputación deportiva. “Creo que es un terreno muy sensible para cualquier reportero”.
Bajo presión
ESPN parece particularmente vulnerable a la nueva ronda de críticas, ya que su modelo de negocio está bajo presión y porque su público tiende a ser más conservador que la población en general, según datos de Simmons Research. Su audiencia es 27.5% muy o algo conservadora, contra 20.6% algo o muy liberal.
El resto de los espectadores están en un punto medio, según los datos.
El llamado movimiento “alt-right” está ansioso de vincular los problemas de negocios de ESPN a su supuesta inclinación liberal.
Un artículo reciente en Breitbart News declaraba: “Puede serlo o no serlo, pero definitivamente estamos acercándonos rápidamente a un punto en el que la gran mayoría de los males del mundo se remontan a ESPN”.
El sitio también ha atribuido el hecho de que los ratings de la liga de fútbol americano estén disminuyendo ante el supuesto sesgo izquierdista de ESPN.
Como prueba de ese sesgo, muchos partidarios del boicot señalaron que el año pasado la empresa despidió al analista de béisbol Curt Schilling después de que este compartiera una crítica en Facebook sobre la ley de Carolina del Norte que prohíbe a los transgéneros usar baños que no correspondan a su sexo.
De hecho, los vientos en contra de ESPN hasta ahora han sido seculares, con cambios dramáticos en las formas en que los aficionados consumen deportes.
Como parte de su esfuerzo para seguir siendo relevante, ESPN implementa software personalizado para rastrear lo que dicen los fans en las redes sociales, usando los temas que reflejan tendencias para encontrar problemas que los presentadores puedan discutir en la televisión.
Irónicamente, es el mismo medio –los medios de comunicación social– el que a menudo encuentra a los anfitriones de ESPN hablando fuera de cámara y metiéndose en problemas.