AFP.- (AFP) “Perú, Colombia y Brasil se han juntado para liberar los cielos y dedicarse a la lucha frontal contra el tráfico ilícito de drogas. Cuando un blanco dedicado al tráfico ilícito de drogas sea detectado, no va poder cruzar las fronteras libremente, sino que va a encontrar orden y autoridad en el país que ingrese. Va a ser detectado y obligado a aterrizar”, dijo el coronel FAP, Jaime Chávez, jefe de operaciones aéreas.
Perú planea reducir a la mitad sus cultivos de coca hacia el 2021, lo que implica ingresar a su mayor valle cocalero, donde remanentes guerrilleros operan como sicarios. El negocio del narcotráfico mueve unos US$ 2,000 millones anuales en el país, según sus autoridades.
Según informó en mayo la presidenta ejecutiva de la peruana Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida Sin Drogas (Devida), Carmen Masías, tras el acuerdo de paz en Colombia, exintegrantes de las FARC están ingresando al territorio peruano para traficar drogas.
“En Colombia se decomisa mucho más droga que en Perú, en una relación de 200 versus 20 toneladas. Es más fácil venir a Perú y sacar droga”, detalló.
En el 2015 el Congreso aprobó una ley que faculta a la Fuerza Aérea a interceptar y derribar avionetas del narcotráfico, una labor que antes se hacía junto con Estados Unidos, pero que en el 2001 se suspendió porque fue derribada por error una avioneta con misioneros estadounidenses y murieron dos personas.
La mayoría de estas naves venían de Bolivia, cuya estrategia “es permisiva para el control de cultivos de coca y es puente aéreo para la salida de cocaína peruana”, precisó Masías.
Bolivia elevó este año el límite de cultivo legal de coca, desde 12,000 hectáreas hasta 22,000 hectáreas. Tras la ley de interdicción no se han registrado derribo de aeronaves en Perú, aunque se han diversificado las rutas.