Leonardo Torres Vilar lleva el teatro en las venas. No solo por ser un apasionado de su oficio, también porque al provenir de una familia de actores experimentó desde pequeño un sentido de pertenencia, la convicción –quizá- de que su destino estaría en los escenarios.
Narra que su madre (la recordada actriz Lola Vilar) solía recitarle los versos barrocos de Lope de Vega y Calderón de la Barca, y que con precocidad memorizó clásicos como “El castigo sin venganza”. Ahora, a sus 47 años, se considera privilegiado por vivir de lo que ama: la actuación.
¿Cómo es el proceso de construcción de sus personajes?
Suelo procurar que el instinto vaya llevándome poco a poco. En el caso de “Savia” (próxima a estrenarse en Teatro La Plaza) el proceso ha sido un poco distinto, a nivel ritmo, imagen vocal, construcción física. Ha habido mucha prueba y error y, por lo general, ocurre así con todos los espectáculos.
¿Suele haber un “filtro personal” antes de aceptar una propuesta?
En este caso, si viene Chela de Ferrari a ofrecerme una obra en La Plaza, no tengo que preguntar siquiera de qué trata. Ahora bien, muchos actores aceptan propuestas que significan una inversión de tiempo, energía y que no revierten económicamente, aun así lo hacen por pasión; pero llega un momento en que tienes que poner las cosas en balanza.
¿Se va volviendo más selectivo?
A estas alturas de mi vida tengo que respirar: pensar si me conviene, si me gusta el papel, la obra. Muchas veces he aceptado personajes que no necesariamente me gustaban en obras que me iban a retribuir. Sí llega un momento en que aprendes a decir “no”, porque la mayoría de actores empezamos diciendo “sí” a todo, y nos quedamos con ese vicio.
¿No es tan sencillo como quizá se piensa?
Hay una cosa que la gente comúnmente no sabe: ensayar una obra de teatro y hacer una función de teatro cansa, requiere inversión de energía, emociones y valor. Muchos siguen pensando que nuestra chamba se basa en aprendernos un guion. Hay un desconocimiento, y quizá por eso me da gusto enseñar.
¿Los aspirantes a actores también van rompiendo algunos mitos en torno a la profesión?
Para los que son absolutamente ignorantes en actuación es un proceso interesante porque se dan cuenta de que actuar no es ponerse un disfraz, sino que consiste en desnudarse, mostrar el lado más íntimo, lo más emocional. Aquel que sabe incluso un poco descubre finalmente que actuar no es necesariamente ejecutar una acción, sino generar por dentro algo particularmente emocional e instintivo a lo que hay que dar forma.
¿Podríamos decir que también es una suerte de autoexploración?
Es un descubrimiento interesante: llegas para aprender sobre actuación, pero terminas aprendiendo sobre el ser humano, sobre uno mismo. Alguien dijo que los actores somos la crónica viva de los tiempos. Somos quienes ponemos un espejo en la sociedad para mostrar sus taras. Los actores en nuestra locura tenemos que ser estables y cuerdos.
¿A veces ese ‘desequilibrio’ puede tornarse necesario?
Si tomas “El cuervo”, de Edgar Allan Poe, te das cuenta de que es bellísimo, pero luego dices “este señor estaba mal”; si lees las obras de August Strindberg, es evidente que tenía un problema con la humanidad, sobre todo con las mujeres. Ser actor presupone un ciertito desequilibrio, pero parte de su chamba es dominarlo y usarlo a su favor. Ahora, no es necesario haber vivido grandes tragedias , pero sí tener empatía y compasión hacia sí mismo y también hacia los demás.
¿Aun pese a la trayectoria se hace posible mantener la emoción antes de salir al escenario?
Hay expectativas. Pero en los últimos años no me ponen nervioso los estrenos. Hay actores que a los 80 años siguen diciendo “cada vez que salgo a escena siento mariposas en el estómago”. Tengo que decir con algo de pena que las mariposas se han ido por un tiempo, espero que regresen, me gustaría, pero hace tiempo que ejecuto mi trabajo con la frialdad de un profesional y quiero recuperar eso otro que hace que la actuación sea particularmente bella.
¿Cuál es la máxima retribución?
El momento en que el público aplaude y sientes su sinceridad lo es todo. Cuando te encuentras con alguien que te dice “vi tu obra y me encantó tu rol”, te quedas con algo por dentro aunque primero digas “no ha sido tan bueno”. Los actores nos juzgamos constantemente. Tenemos una cierta inseguridad.
¿Pese a tener el valor de salir a una puesta en escena?
Sí, hay quien dice que el actor simplemente es alguien que no sabe aplaudirse a sí mismo, que por eso busca que las luces lo alumbren y la gente lo aplauda, y que con ello ya se nivela.
EL DATO
Estreno. La explotación del caucho y la violencia contra los indígenas del siglo XX es el eje de “Savia”. La puesta en escena, en la que Torres Vilar interpretará a un exempresario cauchero, se estrena este 17 de octubre.