AP .- “Así es como funciona”, recordó la actriz y directora Sarah Polley a Harvey Weinstein diciéndole a ella hace años en su oficina. Si ella accedía a una “relación muy estrecha” con él, ella podría ser una estrella y ganar premios, dijo Weinstein.
El productor le contó que una famosa actriz había estado sentada alguna vez donde estaba ella y que su éxito se debía a su “relación estrecha”, escribió Polley en un ensayo para el New York Times el sábado. Polley tenía 19 años en ese entonces y no estaba especialmente interesada en ser una estrella o seguir actuando.
“Fue simplemente una suerte que no me importara”, escribió.
“Así es como funciona”, ha sido el pequeño secreto sucio de Hollywood en toda su historia, donde los hombres con poder pueden aprovecharse de los sueños de fama de muchas jóvenes mujeres. La situación de acoso e intercambio de favores sexuales incluso recibió una expresión coloquial: El sofá del casting.
Y a pesar de esto la caída de Weinstein tras una ola de acusaciones por abuso y acoso sexual a decenas de mujeres en las últimas décadas ha hecho que algunos de los nombres más famosos de la industria clamen repentinamente por “un cambio”.
Está por verse si se puede lograr un cambio profundo en una industria que se deleita con su propia mitología de ambición, ego, arte y dinero, la cual ha permitido y facilitado el acoso sexual por tanto tiempo. Weinstein es un hombre cuya agresión y furia se convirtieron en leyenda, cuyo hostigamiento fue canonizado, cuya actitud de “nada me importa” atrajo a los directores más provocadores y cuyas empresas crearon clásicos del cine que los grandes estudios no se atreverían a tocar. Fuera de las acusaciones públicas, ¿la estructura de poder en Hollywood quiere cambiar la forma en la que funcionan las cosas?
“El liderazgo tiene que venir desde la cima para detener el acoso”, dijo Chai Feldblum, miembro de la Comisión de Igualdad de Oportunidades Laborales.
El acoso sexual es un problema generalizado en el país y en múltiples industrias, pero en el sector de los espectáculos crea un ambiente muy complicado para reportar los casos cuando aquellos que trabajan son básicamente contratistas independientes y colaboradores. Muchas veces el acoso viene desde los jefes, un director, un productor o un director de empresa a quien se da preferencia por encima del acusador. E incluso cuando las acusaciones llegan al nivel de las demandas, tienden a desaparecer bajo acuerdos legales con cláusulas de confidencialidad.
La condena a la supuesta conducta de Weinstein ha sido casi universal y su caída ha sido dramática, fue despedido de su propia compañía y expulsado de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas. El lunes se debatirá su estatus como miembro del Sindicato de Productores. Pero los pronunciamientos que piden un cambio significativo o reflexión en las instituciones que dirigen este negocio, desde los estudios a las agencias de talento y los sindicatos, han sido muy pocos.
El sindicato SAG-AFTRA, que representa a unos 160.000 actores y profesionales de medios de comunicación fue uno de los primeros en señalar que hará más para asegurar la seguridad de las mujeres en la industria y recordó sobre su número de ayuda, donde sus miembros pueden reportar incidentes como acoso, comportamientos inapropiados o agresivos.
Jeremy Zimmer, director general de UTA, una de las agencias más importantes en Hollywood, escribió en un memorando a sus empleados que “UTA nunca se quedará callada o será cómplice” y agregó que cualquiera que se sienta incómodo, amenazado o expuesto, ya sea cliente o empleado, debe sentirse seguro de denunciarlo.
“Nuestro comportamiento debe ser un modelo de la más alta ética y estándares”, escribió Zimmer.
El Sindicato de Guionistas de América también prometió dar su apoyo total a sus miembros que reporten acosos o abusos y dijo que revisa sus procedimientos y recibe sugerencias de sus integrantes para revisar cómo puede atender este asunto el sindicato.
Warner Bros., el único gran estudio que respondió a las preguntas que hizo The Associated Press al respecto, emitió un comunicado en el que decía que “está comprometido a asegurar que nuestro lugares de trabajo estén libres de acosos y represalias ilegales, incluyendo acoso sexual”. El estudio dijo que requiere que sus directivos participen en capacitaciones regulares e impulsa a sus empleados a expresar sus preocupaciones.
“Constantemente revisamos nuestras políticas para hacer cambios y mejoras de acuerdo a lo que se requiera”, señala el comunicado.
Sin embargo la mayoría de los estudios, agencias, empresas de representación y firmas de publicidad se han quedado calladas. El artículo de Ronan Farrow en el New Yorker describió una “cultura de complicidad” alrededor del comportamiento de Weinstein en The Weinstein Co. y su antigua empresa Miramax. Muchos lo han descrito como un secreto a voces que cruza todos los niveles de la industria.
Algunos argumentan que un paso positivo podría ser diversificar los puestos de liderazgo. Cathy Schulman, una productora veterana y presidenta del grupo de activistas Women in Film considera que la cultura que permitió el acoso sexual sistemático de parte de Weinstein es la misma que excluye sistemáticamente a las mujeres y a la gente de color de puestos de poder al frente y detrás de cámaras.
Schulman también ha pedido que los estudios y las agencias de talento hablen.
“Si esa es la gente que toma las decisiones sobre qué contenido financiar”, dijo Schulman. “¿Van a cambiar por esto?”.
Por lo pronto Amazon Studios suspendió a uno de sus altos ejecutivos, Roy Price, después de que la productora Isa Hackett lo acusara de acoso sexual en Hollywood Reporter, y está reevaluando sus proyectos con la rama de televisión de The Weinstein Co., pero estas acciones llegaron sólo después de que el acoso sexual fuera denunciado en la prensa.
Cynthia Shaprio, activista laboral y autora del libro “Corporate Confidential”, considera que un paso sería instituir una agencia independiente y distinta que fuera un espacio seguro para presentar quejas sobre la industria de los espectáculo, como la Comisión para la Igualdad de Oportunidades en el Empleo (EEOC por sus siglas en inglés).
“Si reciben 10 denuncias sobre una persona ellos investigan”, dijo Shapiro. También señaló que debería ser ilegal que cualquier asunto relacionado con insinuaciones sexuales indeseadas o favores a cambio de sexo fuera parte de acuerdos de confidencialidad o arbitraje, pues esto ha imposibilitado que muchos casos de acoso y abuso sexual salgan a la luz.
“Ese sería un gran hueco legal que habría que cerrar”, dijo.
David Poland, un reportero veterano de espectáculos que escribe para Movie City News, especuló que se podría llegar a alguna solución negociada.
“Lo que la industria quiere siempre es calma. Así que alguien presentará un estándar que será realista, pero que las víctimas y grupos de víctimas no considerarán tan severo, ese será el estándar para que la industria avance”, dijo Poland. “Y con un poco de suerte habrá un impacto real en la próxima generación de hombres enfermos”.
Algunos lo ven con más optimismo como la presidenta de SAG-AFTRA Gabrielle Carteris.
“Lo más duro sobre el cambio es que no es inmediato”, dijo Carteris. “Esto ha pasado por décadas pero ¿por qué es ahora de interés público? Porque la gente está diciendo ‘nunca más’”.