Hasta los bancos centrales poderosos necesitan cierta ayuda

El BCE transmitirá esta semana en líneas generales el mismo mensaje de la FED , por más que las condiciones iniciales difieran; mantener su política actual mientras que observan los posibles riesgos económicos.

Presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen (Foto: Reuters)
Presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen (Foto: Reuters)

Comentario de Mohamed A. El-Erian

Bloomberg View.- Dos de las autoridades más poderosas del mundo –la presidenta de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Janet Yellen, y el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi – explicarán esta semana al público y a los políticos cómo piensan impulsar una recuperación económica deslucida. Por el momento, hay muy pocas cosas nuevas que puedan decir y hacer.

Yellen , que prestará declaración ante la Comisión Económica Conjunta del Congreso, está en mejor posición en términos relativos. La economía se recupera de una desaceleración producto de las condiciones meteorológicas y las profundas heridas de la crisis financiera global cicatrizan. Los mercados parecen sentirse cómodos con sus políticas, mientras que el recelo de la comunidad académica y otros observadores del banco central ha cedido.

No le pasa lo mismo a Draghi, que el jueves presidirá una reunión del Consejo Gobernante, el cuerpo de mayor jerarquía del BCE, y mantendrá luego una conferencia de prensa. Una revisión a la baja del pronóstico de crecimiento de la Comisión Europea ha subrayado las dudas respecto del alcance de la reciente aceleración de la actividad económica.

A los gobiernos europeos les preocupa una paridad cambiaria demasiado fuerte, así como una debilidad del sistema bancario y de crédito. También existen temores legítimos en relación con el riesgo de una deflación, además de una seria amenaza estanflacionaria producto del deterioro de la situación en Ucrania.

Pecar por cautela
La perspectiva de un período de estancamiento similar al de Japón –lo que comprende una década perdida para los desempleados de Europa , en especial los jóvenes- hace que muchos insten al BCE a adoptar una actitud más enérgica. Les gustaría ver más reducciones de tasas de interés y un nuevo programa audaz de compra de bonos. Algunos han llegado a recomendar que el banco central trate de flexibilizar las condiciones crediticias por medio de compras a gran escala de bonos emitidos por tomadores de crédito privados y por gobiernos.

Otros recomiendan cautela y paciencia. Reconocen que las medidas no convencionales han tenido un éxito limitado en otros lugares en lo relativo a impulsar el crecimiento, temen que una mayor intervención del BCE pueda introducir una nueva serie de distorsiones que complicaría la recuperación de la economía europea.

Es una decisión difícil, pero sospecho que el BCE preferiría pecar por cautela y paciencia. En lugar de actuar esta semana, el banco central podría terminar por esperar hasta el mes próximo o aun más. Esa demora proporcionaría a los funcionarios del BCE más tiempo para analizar datos adicionales antes de incursionar en un camino que no es fácil de revertir con rapidez. Todo “reaseguro” que medidas de estímulo inmediatas pudieran proporcionar contra el impacto de la crisis ucraniana sería, en el mejor de los casos, parcial.

Fardo político
De ahí que cabe esperar que el BCE transmita en líneas generales el mismo mensaje que transmitirá la FED, por más que las condiciones iniciales difieran: mantendremos la política actual al tiempo que observamos los posibles riesgos económicos, y nos comprometemos a tomar más medidas si la economía experimenta un debilitamiento inesperado.

También coincidirán en otra cuestión: la necesidad de que otras entidades gubernamentales –nacionales en el caso de los Estados Unidos, tanto nacionales como regionales en el caso de Europa- desempeñen un papel en lo relativo a brindar apoyo a la recuperación.

En los Estados Unidos, eso supondría gastar más en infraestructura, reequilibrar la situación fiscal y aclarar las perspectivas de una reforma impositiva. En Europa, comprendería reformas estructurales más profundas en el plano nacional sumadas a un avance adicional en el ámbito regional para fortalecer los cuatro pilares de la integración europea (a saber, los pilares bancario, fiscal, monetario y político).

Por más que lo intenten, y ambos lo hacen con empeño, ni la FED ni el BCE pueden en términos realistas proporcionar lo que se espera de ellos si se permite que carguen el enorme fardo político por sí solos. Por desgracia, la ayuda que necesitan para ofrecer resultados económicos favorables a largo plazo no está a la vista.

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