Bloomberg.- La sorpresiva decisión de Facebook de acelerar un controvertido plan accionario fue considerada como una forma de los accionistas más pequeños de enfrentar a Mark Zuckerberg cuando la complaciente la junta directiva de la empresa no lo haría.
Pero los directores de Facebook --con una notable excepción-- hicieron, a decir verdad, un buen trabajo en circunstancias difíciles.
Facebook informó el viernes que no avanzaría con los planes de crear un tipo de acción destinado a solidificar el control de Zuckerberg sobre la compañía.
Estaba previsto que esta semana fuera a juicio una demanda de los accionistas que aducían que la nueva acción era injusta para ellos.
Facebook zanjó el pleito a último momento y anuló la nueva acción antes de que entrara en vigor.
La explicación que dio Zuckerberg para el cambio de opinión fue que la acción de Facebook había subido desde que el plan accionario fuera propuesto hace 18 meses y que sus propias acciones tenían un valor suficiente como para vender miles de millones de dólares de capital accionario para financiar su fundación de beneficencia y a la vez mantener el control de la compañía.
También es razonable para Facebook evitar más publicidad potencialmente negativa considerando el escrutinio bajo el cual está la empresa por su rol de difundir propaganda relacionada con elecciones.
Sin duda este plan accionario, ahora muerto, tenía que ver con el intento de Zuckerberg de cambiar las reglas de una compañía cotizada en bolsa para su propio beneficio.
Pero esto es natural cuando los accionistas aceptan otorgar a los fundadores como Zuckerberg un poder casi absoluto. Los fundadores crean las normas y las cambian cuando quieren.
Dadas las circunstancias, por lo tanto, cabe reconocer a los directores de Facebook el hecho de haber obtenido concesiones notables de Zuckerberg antes de aceptar entregar un nuevo tipo de acción. No es que hayan tenido necesariamente una posición fuerte en estas negociaciones.
Ciertamente, Zuckerberg quería la reestructuración accionaria para garantizar que su poder de votación se mantuviera en un territorio cómodo. Pero en teoría tenía la facultad de aprobar su plan de creación de acciones por decreto.
La mayor compensación que obtuvo la junta directiva de Zuckerberg fue la garantía de que seguiría comprometido con la compañía. Por indeseable que pueda ser para una empresa que cotiza en bolsa que la controle una sola persona, los directores de Facebook también saben que Zuckerberg es el mejor activo de la empresa.
Si un día se aburre y se va, la acción de Facebook se desplomaría.
Según los detalles de las negociaciones delineadas en un documento relativo a las acciones de Facebook el año pasado, el grupo de directores responsables de negociar la nueva acción se aseguró de que, si Zuckerberg llegaba a dejar su cargo de máximo responsable, era despedido por causa justificada o moría, perdería lo que más quería -dominar una mayoría del capital accionario de Facebook-.
Ciertamente, según las reglas que estableció Facebook al salir a bolsa, el propio Zuckerberg elige a quien asumirá su poder de votación cuando él se desconecte de verdad.
Fueron negociaciones sustantivas llevadas a cabo durante meses. Cabe reconocer a los directores de Facebook el haber cuidado a los accionistas que no se llaman Mark Zuckerberg.
El temor de recibir una demanda por ceder al poderoso fundador de Facebook también fue probablemente una motivación útil.
Hubo excepciones a la independencia en la junta directiva de Facebook.
Mark Andreessen, destacado inversor en tecnología y director en Facebook desde hace largo tiempo, envió a Zuckerberg una serie de mensajes de texto que mantuvieron actualizado al máximo responsable acerca de las objeciones de los directores a la nueva clase propuesta de acciones y lo asesoraron respecto de cómo conquistar a los miembros del directorio renuentes.
Estas comunicaciones íntimas fueron incluidas en la demanda presentada por algunos accionistas de Facebook que intentaron frenar el nuevo tipo de acción.
Se trató, sin duda, de revelaciones selectivas de las comunicaciones de la junta directiva, pero actuaron sobre los peores temores de las compañías dirigidas por sus fundadores, a saber, que Zuckerberg tuviera en el bolsillo a la junta directiva de Facebook.
A esta altura, lo que haya ocurrido es irrelevante. La estructura accionaria de Facebook sigue siendo la misma. Es decir, Zuckerberg continuará controlando la empresa, por ahora. Y también fue una victoria para la democracia de los accionistas.
El litigio de los tenedores de acciones logró lo aparentemente imposible y consiguió que el rey de Silicon Valley cediera lo que quería. Y un grupo de directores corporativos salió de la situación dando la impresión de haber hecho su trabajo. Este no fue un caso de avasallamiento de una junta directiva por parte del poderoso máximo responsable de una empresa.