CAMBIO CLIMÁTICO. Donald Trump está desmontando el papel hegemónico que a Estados Unidos le costó casi un siglo construir. Sus últimas decisiones de política exterior han sido un anuncio de que, a diferencia de sus antecesores, no le interesa ejercer de líder internacional. No solo se negó a respaldar a sus socios de la OTAN, sino que además anunció que “cancelará” la participación de su país en el Acuerdo de París, aprobado en diciembre del 2015 como una última instancia global para luchar contra el cambio climático.
El pacto fue aprobado por 195 países y solo dos lo rechazaron, Nicaragua (exigía términos más radicales) y Siria. Aun cuando en este acuerdo cada país establece su propio plan de reducción de gases y algunos son muy laxos, el impacto del retiro de Estados Unidos podría ser fuerte, pues es uno de los mayores emisores de gases de efecto invernadero.
Los más optimistas señalan que debido a que el proceso de salida del acuerdo toma algunos años, quizás Trump recapacite y revierta su decisión, o que quizás su sucesor desande lo andado –apuestan a que no sea reelegido en el 2020–.
Los pesimistas (realistas) sostienen que más bien habría que convencer a quienes realmente llevan las riendas del Gobierno estadounidense, entre ellos el vicepresidente, Mike Pence, y el estratega jefe de la Casa Blanca, Steve Bannon, lo cual sería imposible, pues se trata de ultraconservadores que anteponen su ideología a cualquier evidencia científica. Quizás la solución sea ejercer presión, pero no necesariamente a nivel diplomático o comercial, sino a través de nuevos liderazgos.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, parecen estar dispuestos a asumir el reto. Sin embargo, para que Trump y su círculo íntimo sientan que se les “mueve el piso”, el papel de nuevo líder mundial tendría que ejercerlo una potencia antagónica, y ninguna cumple ese requisito mejor que China –que está mostrando avances en el impulso de las energías no contaminantes–.
¿Y cómo queda el Perú? Nuestro país es uno de los más vulnerables al cambio climático, y si bien su influencia internacional es menor, sí podría mostrar su respaldo al Acuerdo de París y a las potencias que lo mantendrán vigente si incrementa el uso de energías limpias (como hidráulica, solar y eólica), pues posee los recursos naturales para emprender ese desafío.