(Bloomberg).- Hay otra confrontación el día de las elecciones en Estados Unidos, además de Clinton y Trump. La industria de refrescos, de US$ 72,600 millones, enfrenta cuatro iniciativas para gravar la venta de bebidas azucaradas, una de las mayores batallas hasta ahora en la guerra de los refrescos en Estados Unidos.
Si las iniciativas —tres en ciudades del Área de la Bahía de California y una en Boulder, Colorado— son aprobadas, y se replican como ha ocurrido con otras, la campaña por el impuesto a los refrescos podría terminar gravitando sobre la salud de millones de estadounidenses.
“La evidencia científica sobre la conexión entre las bebidas azucaradas y la salud es sólida en este momento”, dijo David Goldberg, de Healthy Food America.
La Asociación Estadounidense de Bebidas, que representa a la industria y que ha gastado US$ 9.5 millones en una campaña contra esas iniciativas en el Área de la Bahía, sostiene que en México, donde se aplicaron impuestos, la disminución en el consumo de calorías por persona fue mínima.
Ahora, investigadores de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de la Universidad de Harvard han salido al ruedo con estudios sobre las cuatro ciudades de Estados Unidos, mostrando el impacto que podría tener un impuesto a los refrescos.
En las ciudades del Área de la Bahía de California (Albany, San Francisco y Oakland), los expertos dicen que los impuestos podrían causar una caída de 20 por ciento en el consumo de bebidas, lo que generaría un descenso de 4 por ciento en la incidencia de diabetes después de unos pocos años, además de 6,000 casos menos de obesidad para fines del 2025.
Los beneficios del impuesto generarían ahorros en salud pública de US$ 54.9 millones en 10 años, predicen, y el impuesto propiamente dicho recaudaría US$ 22.2 millones al año para programas de salud infantil.
Estas cifras aumentarán al agregar al análisis a Berkeley, donde el impuesto se aplica desde marzo de 2015, señaló Goldberg. Healthy Food America encargó los estudios.
En Boulder, donde el impuesto será el doble que el de la Bahía de California, los investigadores predicen una caída de 10% en la incidencia de diabetes después de unos pocos años, 940 casos menos de obesidad para 2025, ahorros de US$ 6.4 millones en costos de salud asociados durante 10 años, y hasta US$ 3.8 millones al año para programas de salud, entre ellos los destinados a aumentar el acceso a alimentos saludables.
Tras la aprobación de medidas similares en Filadelfia y Berkeley, el apoyo al impuesto a las bebidas no viene sólo de los grupos que abogan por la salud pública.
También hay dinero impulsando estas iniciativas, incluido el de Michael Bloomberg, quien como alcalde de Nueva York intentó prohibir los vasos de tamaño gigante de bebidas azucaradas en los restaurantes, salas de cine y estadios, y el de los multimillonarios Laura y John Arnold. En conjunto, los tres han gastado más de US$18 millones, según un informe de Politico.com. (El ex alcalde es dueño de Bloomberg LP, que publica Bloomberg.com).
“Esta es una maniobra política financiada por grupos externos con intereses especiales “, dijo la asociación de bebidas en una declaración. “Es por eso que las compañías de bebidas estadounidenses están comprometidas a ser parte de las soluciones reales”. Mencionó como ejemplo las disminuciones del tamaño de los envases.