AFP.- Llueve en las alturas, el agua desciende de los cerros como gigantes serpientes de lodo. Mata gente y destruye ciudades. La historia se repite una y otra vez en Sudamérica. Le acaba de pasar a Colombia y hace poco a Perú. ¿De quién es la culpa?
Una feroz avalancha desatada en la medianoche del viernes tras fuertes lluvias acaba de cobrarse al menos 262 vidas en la ciudad de Mocoa, en la Amazonía colombiana. Entre los fallecidos hay al menos 43 niños.
En el norte y centro de Perú, los “huaicos”, como llaman en quechua a las avalanchas, los desbordes de los ríos y las inundaciones provocaron la muerte de más de 100 personas desde el inicio del año.
¿Es la Naturaleza inclemente o es el ser humano quien desafía irresponsablemente a la Madre Tierra?
“La responsabilidad es mitad y mitad. Con la precisión de que la Naturaleza siempre ha sido así. La Naturaleza la entendía el hombre antiguo mejor que el de hoy. Muestra de ello son los sitios arqueológicos que aún se conservan, cobijados de las caídas de agua”, explica a AFP el arquitecto peruano Augusto Ortiz de Zevallos.
Tala y calentamiento global
El urbanismo y el desarrollo han hecho que se cambien árboles por campos para agricultura y ganadería. Se tala y, cuando llueve, se pierde la contención natural, como ocurrió con la semisepultada Mocoa.
“Una condición de coberturas en bosques protegidos por la Reserva Forestal había permitido una relación armónica entre la ciudad y su paisaje circundante”, escribió el ambientalista colombiano Rodrigo Botero en la revista Semana.
“Sin embargo, de unos años para acá, se ha incrementado el proceso de deforestación. Durante varios años, recorriendo la cuenca alta del rio Mocoa y proponiendo medidas de mitigación ambiental observé cómo aumentaba la presión de deforestación en todo su recorrido”, detalla.
Según comentó al diario El Tiempo el jefe de Pronósticos y Alertas del colombiano Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), Christian Euscátegui, “durante (el fenómeno meteorológico) La Niña 2010-2011 el 71% de las inundaciones se dio en zonas de pastos que precisamente habían perdido sus árboles”.
En Colombia la deforestación cayó 12% en el 2015 respecto al año anterior, pero igual se talaron 124,035 hectáreas de bosque, según el Ideam.
El deshielo de glaciales en el planeta, producto del calentamiento global, también golpea.
“El cambio climático genera unas dinámicas y vemos los resultados tremendos desde el punto de vista de la intensidad, la frecuencia y la magnitud de estos efectos naturales”, explicó a AFP el jefe de la ONU Colombia, Martín Santiago, e instó a ponerse “totalmente en alerta” para fortalecer las capacidades de respuesta y prevención tras lo ocurrido en Mocoa.
La Naturaleza no perdona
La pobreza, el desplazamiento forzado por situaciones de violencia y la migración en búsqueda de mejores oportunidades han llevado a un crecimiento desordenado de las ciudades, según los expertos.
“El centralismo hace que la gente busque instalarse cerca de las ciudades, donde sea, sin importarles si por allí antes pasó un río o es una quebrada por donde desciende lo que se acumula de las lluvias. Esto requiere una revisión integral”, dice Ortiz de Zevallos.
En el caso de Mocoa, “la ciudad ha sido víctima de la falta planificación urbana que es usual en casi todas las regiones de Colombia”, explicó Botero.
El alcalde de esa ciudad, José Antonio Castro, dijo al diario El Espectador que a la ciudad, fundada en 1563, “la surcan alrededor de diez ríos y eso indica que no es el lugar donde debería ubicarse una población”.
Un informe de la oficina de Planeación Nacional del 2016 citado por RCN Radio y otro de 1989 reseñado por la prensa local, adelantaron que las lluvias podrían causar esta tragedia en Colombia.
“Hicimos obras de mitigación, pero así hubiéramos colocado una muralla china no hubiéramos detenido esta creciente. No es fácil con las comunidades”, replica el alcalde a Radio Caracol.
Para el geólogo de la Universidad Nacional de Colombia, Germán Vargas, Mocoa se ubica de forma inadecuada sobre el corredor natural del río del mismo nombre y la confluencia de corrientes torrenciales de montaña.
En Lima, para justificar la caída de un puente tras la crecida del río Rímac, el alcalde Luis Castañeda dijo que “la Naturaleza superó a la ingeniería”. El arquitecto Ortiz de Zevallos recordó sin embargo que “la ingeniería consiste en entender a la Naturaleza”, como lo hicieron los incas.
“Dios perdona siempre, el hombre perdona a veces, pero la Naturaleza no perdona”, respondió el obispo de Mocoa, Luis Maldonado, cuando le preguntaron si Dios había abandonado a sus fieles en esa ciudad.