Bloomber (Lionel Laurent).- “Londres, no importa lo que pase, Madrid estará allí para apoyarlo”. Este fue el eslogan de la campaña del año pasado para atraer a España a banqueros asustados por el Brexit –orgullosamente puesto al costado de un autobús rojo de dos pisos.
Pero si bien la capital española ciertamente ha servido como refugio de compañías catalanas que huyen de las consecuencias del referendo ilegal, puede haber descendido de nivel en la lista de los banqueros que escapan del Brexit.
Madrid es uno de los seis centros favoritos de la zona del euro que compiten por los puestos financieros mientras el Reino Unido se prepara para dejar la Unión Europea, y Dublín y Fráncfort están a la cabeza. Citigroup, Goldman Sachs Group y UBS Group tienen, todos ellos, a Madrid en su lista.
España nunca fue la opción obvia para nuevas sedes, pero los decrecientes costos de los salarios y las reformas laborales la volvieron atractiva para puestos administrativos.
Exenciones fiscales que favorecen a los extranjeros y la ciudad costera de Barcelona, propicia para la tecnología financiera, son imanes para algunos bancos.
Como las tensiones por Cataluña se han calmado, aunque no desaparecido, es difícil ver a Madrid no perder parte de su atractivo. Se necesitarán hábiles medidas políticas para atenuar los temores en torno a la estabilidad a mediano plazo, que hasta ahora no han surgido.
Es verdad que para los banqueros que ya están en España, el referendo catalán ilegal y la amenaza de una compleja secesión han empañado la imagen de la capital.
Varias firmas con sede en Cataluña mudaron rápidamente su base a Madrid para escapar del riesgo. Es improbable que regresen en breve.
El daño económico de perder compañías como Banco de Sabadell, CaixaBank, Inmobiliaria Colonial Socimi y Abertis Infraestructuras –con un valor de mercado combinado de 55,000 millones de euros (US$ 65,000 millones)– probablemente contribuyó a que el presidente catalán Carles Puigdemont se echara atrás el martes.
Pero internacionalmente, en el corto plazo al menos, España se ha tornado más difícil de vender. El país mantiene su línea dura contra la campaña de secesión, y la administración del presidente del gobierno Mariano Rajoy ha advertido que una de las más ricas regiones económicas de España se ha hundido en el “más alto” nivel de incertidumbre.
La posibilidad de que Rajoy suspenda la autonomía catalana en virtud del artículo 155, que sería un territorio desconocido, no puede descartarse.
El comportamiento de los compradores podría ser impredecible; el color de la bandera de un banco ya guía los depósitos. La economía podría sufrir. Las tensiones podrían durar mucho más tiempo de lo esperado. Los banqueros londinenses, y sus jefes, tienen motivos para pensarlo dos veces.
Es verdad. Mucho depende de cómo reaccione el gobierno de Rajoy. Un banco espera que el gobierno español busque una solución “elegante” que castigue a Puigdemont sin suspender la actual autonomía catalana.
Eso podría rebajar una amplia crisis a un mero riesgo político más fácil de contrarrestar: pensemos en el referendo escocés de 2014, antes que en el Brexit de 2016.
Pero, por cierto, Madrid no ha manejado a Cataluña elegantemente hasta ahora. Los bastones policiales no hacen eso, en realidad. Como las compañías globales están bastante consentidas ante la cantidad de opciones para mudar los puestos de trabajo tras la votación del Brexit, y algunas esperan por la posibilidad de una demorada salida británica del bloque, el atractivo de España para la City de Londres es algo menos seductor.
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