El comercio mundial crecerá de alrededor de 3.1% en el 2013 a 4.6% este año, y a 5.1% en el 2015 y 2016, sin embargo, la debilidad de los precios de los productos básicos continuará moderando los ingresos provenientes del intercambio comercial, según el informe “Perspectivas económicas mundiales” del Banco Mundial.
Entre sus valores máximos a principios del 2011 y los recientes valores mínimos de noviembre del 2013, el precio real de la energía y de los alimentos ha disminuido en 9% y 13%, respectivamente, mientras que el precio de los metales y minerales cayó en más de 30%.
El probable que se mantengan estas presiones a la baja sobre los precios de los productos básicos, en parte como reflejo de la oferta adicional.
“Aunque es una buena noticia que la recuperación se esté consolidando en los países de ingresos altos, el proceso puede causar perturbaciones a medida que la política monetaria se vuelva más restrictiva. A la fecha, el retiro gradual de la flexibilización cuantitativa ha avanzado sin problemas”, explicó el subdirector del Grupo de Perspectivas del Desarrollo del Banco Mundial y principal autor del informe, Andrew Burns.
Sin embargo, si las tasas de interés aumentan demasiado rápido, las corrientes de capital hacia los países en desarrollo podrían caer en 50% o más y potencialmente provocar una crisis en algunas de las economías más vulnerables, comentó.
Los flujos de capital privado hacia los países en desarrollo siguen siendo sensibles a las condiciones financieras mundiales. Se proyecta que las tasas de interés global aumentarán lentamente a medida que se normalicen las políticas monetarias de las economías de ingresos altos en respuesta al mayor crecimiento.
Se prevé que el ajuste de las condiciones financieras sea ordenado y tenga un impacto menor sobre las inversiones y el crecimiento de los países en desarrollo y que los flujos de capital se moderen desde aproximadamente 4.7% del Producto Bruto Interno (PBI) de los países en desarrollo en el 2013 a 4.2% en el 2016.
Sin embargo, si el ajuste es descontrolado, como sucedió en respuesta a la especulación sobre cuándo se iniciaría una reducción durante la primavera y el verano del 2013, las tasas de interés podrían ascender mucho más rápido.
Dependiendo de la gravedad de la reacción del mercado, los flujos de capital hacia los países en desarrollo podrían reducirse hasta en un 50% o más durante varios meses.
En ese escenario, las economías más vulnerables serían aquellas con elevados déficits en cuenta corriente, altos porcentajes de deuda externa y grandes expansiones del crédito en los últimos años.
El informe destaca que si bien los principales riesgos extremos que han inquietado a la economía global durante los últimos cinco años se han atenuado, los desafíos subyacentes persisten.
Es más, mientras los países en desarrollo respondieron a la crisis financiera mundial desplegando estímulos fiscales y monetarios, las posibilidades de aplicar tales medidas han disminuido habida cuenta que la mayoría de los países hoy registran cifras rojas tanto en su presupuesto público como en el saldo en cuenta corriente.
Las autoridades deben reflexionar ahora cómo responder a una contracción importante de las condiciones financieras mundiales. Los países que disponen de buenas políticas de estabilización y gozan de la confianza de los inversionistas podrían depender de mecanismos de mercado y políticas macroeconómicas y prudenciales contracíclicas para enfrentar una disminución de los flujos.
Otros países con menos espacio para maniobrar podrían verse obligados a imponer una política fiscal restrictiva para reducir las necesidades financieras o bien aumentar las tasas de interés para fomentar entradas adicionales de capital.
Cuando hay reservas externas suficientes, estas se pueden usar para moderar el ritmo de los ajustes del tipo de cambio, mientras que una flexibilización de las regulaciones de las entradas de capital e incentivos a la inversión extranjera directa podría ayudar a normalizar el ajuste.
Por último, los programas de reforma creíbles pueden ser de gran ayuda en cuanto a impulsar la confianza del mercado y de los inversionistas si mejoran las perspectivas a largo plazo. Esto podría poner en marcha un círculo virtuoso de mayor inversión, incluida inversión extranjera, y crecimiento del producto a mediano plazo.