(Bloomberg).- El anuncio de que China registró su tasa de crecimiento más baja en seis trimestres está provocando reacciones muy divergentes entre los analistas – desde quienes advierten que es la confirmación de una desaceleración del crecimiento de una economía china propensa a burbujas, hasta quienes ven la cifra como una evidencia de un potencial éxito del movimiento de reformas en la segunda economía más grande del mundo.
Las predicciones sobre las consecuencias mundiales de una desaceleración de China están por todas partes. Algunos estiman que ésta inevitablemente reducirá el crecimiento mundial y aumentará el riesgo de inestabilidad financiera; otros la consideran parte de un reequilibrio mundial tan deseado que pondrá al mundo sobre una base económica más sólida.
Aquí hay cinco consideraciones que se deben tener en cuenta para lograr un equilibrio justo entre todos estas evaluaciones disonantes:
En primer lugar, el PBI no es más que dato puntual, y, a pesar de la atención que recibe, no es realmente un buen dato.
El crecimiento del PBI de China, de 7.4% en el primer trimestre, es el menor avance en un año y medio. Pero el PBI de China como indicador sufre de muchas limitaciones, entre ellas problemas de precisión que potencialmente socavan evaluaciones confiables que muchos se sientan tentados de hacer (o se sienten obligados a hacerlo) en base a ella.
Tampoco recoge algunos de los detalles que son fundamentales para los optimistas y los pesimistas sobre China, tales como el estado subyacente de los mercados de crédito, incluidas las implicancias sobre el futuro funcionamiento y estabilidad de la economía.
En segundo lugar, una desaceleración del PBI puede ser una buena o una mala noticia para la económica de China.
Tanto los Bulls (alcistas) como los Bears (bajistas) esperan una desaceleración en el crecimiento. De hecho, incluso los dirigentes chinos han declarado que un menor crecimiento es parte de un exitoso reequilibrio interno de la economía – uno que busca reemplazar el modelo de crecimiento cada vez más agotado, basado en las exportaciones y la inversión pública, por otro más dinámico impulsado por demanda interna privada sostenible.
En este sentido, el significado del crecimiento del primer trimestre es ambiguo cuando se trata de evaluar si es una “bueno” o “ malo “ reducir el ritmo de expansión.
En tercer lugar, la cifra del PBI dice muy poco acerca de las intenciones políticas de China.
Con las autoridades chinas en posesión de herramientas bastante influyentes, incluidos los instrumentos económicos y financieros directos y el tipo de persuasión moral que muchos otros carecen, gran parte de las discusiones de los analistas sobre China podrían también incluir una mejor evaluación de lo que nos espera en el campo de la política.
El crecimiento del PBI es parte del cálculo, pero es cada vez menos importante. Además, la cifra del primer trimestre como un dato aislado no es ni lo suficientemente fuerte ni lo suficientemente débil como para desencadenar una nueva respuesta política de parte de Beijing.
En cuarto lugar, el crecimiento del PBI es un objetivo intermedio de la política – no un objetivo final.
Por razones económicas, políticas y sociales, el objetivo principal de la política de China es el empleo; y, de nuevo, el crecimiento de por sí es gradualmente un factor determinante menos importante.
Por último, hay muchas otras piezas móviles en el debate sobre el crecimiento global.
Mientras que China, sin duda, sirvió como una fuerte locomotora de la economía mundial, especialmente a raíz de la crisis financiera mundial de 2008, las expectativas apuntan ahora que ese papel va disminuir en el futuro.
Más del trabajo pesado se espera que sea soportado por Estados Unidos y Europa , y de hecho, es necesario que este trabajo recaiga sobre esos centros de poder económico. Ese cambio se producirá de manera óptima en el escenario de un nuevo equilibrio adecuado a los motores del crecimiento mundial, y en una ordenada y gradual normalización de las políticas monetarias experimentales.
El resultado final es simple pero importante: la última cifra trimestral del PBI de China no es más que una pequeña pieza de un complejo y aún incierto mosaico. Los mercados harían bien en no darle, de una u otra manera, demasiada relevancia.
Mohamed A. El- Erian
Allianz SE