En la última encuesta del Instituto Integración los peruanos señalan que el principal problema en el 2021 será la inseguridad ciudadana. Asimismo, identifican que el Perú debería resolver en los próximos cinco años las deficiencias de calidad en la educación básica y en salud, así como la corrupción de las instituciones (ver gráfico 1).
Estas demandas buscan resolver las necesidades de la población en el corto plazo; sin embargo, para planificar el desarrollo socioeconómico del Perú hacia el 2021 y resolver estos temas de raíz, se necesita una mirada a largo plazo que contemple inversión y reformas para un país sostenible, como señala el economista Fredy Vargas.
En la última década, la economía peruana ha disminuido su crecimiento; de crecer 6.9% en el periodo 2006-2010 a 4.7% en el periodo 2011-2015. El escenario económico adverso, que se extiende por toda América Latina, evidencia que el Perú debe generar más inversión en infraestructura (agua y desagüe, electricidad, transporte y tecnología).
Invertir en infraestructura potenciaría los bajos niveles de productividad y competitividad del Perú, como detalla la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). La falta de una diversidad productiva cierra las puertas a más mercados internos y externos y limita la economía peruana a sostenerse en pocos productos, en especial materias primas, como señala César Peñaranda, director ejecutivo de la Cámara de Comercio de Lima.
¿Por qué pensar a largo plazo?
El crecimiento anual de la producción de bienes y servicios (PBI) en el Perú ha disminuido en el último quinquenio, y es menor al promedio que tenía entre 2006 y 2010. Los últimos dos años 2014 y 2015 fueron los de menor crecimiento, con 2.4% y 3.3% respectivamente.
Además, a pesar de que la minería es el sector más productivo del país y es una de las actividades que explica la mayor parte del crecimiento económico, su inversión ha caído 16.1% entre el año 2014 y 2015.
La cotización de las materias primas también decreció, así como las exportaciones en general desde el 2011. Otros países de la región, como Brasil o Chile, también han sufrido la caída del ritmo de crecimiento del PBI (el primero, a -3.7% en el 2015; el segundo, a 2.1%) tras una temporada de bonanza en la última década.
Incluso, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la reciente crisis política en Brasil va a aminorar la expectativa de recuperación de la región, ya que en octubre se estimaba un crecimiento regional de solo 0.8% para el 2016 (tras una contracción de 0.3% en el 2015).
Esta priorización de la coyuntura se evidencia más en campaña electoral. Según el monitoreo de medios de IDEA Internacional durante las elecciones generales 2011, solo el 11% de la cobertura noticiosa en televisión de la campaña estaba enfocada en propuestas políticas.
El resto eran temas coyunturales, incidentes de campaña o encuestas. La necesidad de una economía sostenible debe llevar la discusión a una visión coyuntural o de corto plazo. Según Vargas, ésta se concentra en la planificación estratégica.
“El primer paso hacia la estabilidad socioeconómica es dirigir toda inversión a potenciar la infraestructura para alcanzar mayor diversidad productiva. Con esta prioridad, el Perú se pondría en la ruta de otros países con procesos industriales y sociales avanzados que ya piensan en conceptos como la cuarta revolución industrial”, menciona el economista.
Estos países han logrado progresar del uso del agua y vapor para mecanizar la producción (1784), a la energía eléctrica para la producción masiva (1870) y la electrónica para la producción autómata (1969).
Próximamente, la ciencia espera evolucionar a sistemas de producción
robotizados, que fusionan el mundo físico, digital y biológico. Según el Banco Mundial, incrementar la productividad y su diversidad es la manera más rápida para acelerar el crecimiento, más aun en condiciones externas menos favorables.
Más productos disponibles que se generen en el Perú aumentaría la cantidad de mercados potenciales, incluso dentro del propio país. Según el economista Jorge Gonzáles Izquierdo, el favorable crecimiento del PBI del Perú en comparación a América Latina (3.26% en el 2015 según INEI) es posible debido a la reciente apertura de cuatro proyectos mineros: Cerro Verde, Toromocho, Constancia y Las Bambas.
“Principalmente se trata de la extracción de un solo mineral, el cobre, y el problema de esta realidad es que la inversión extranjera termina cuando empieza la producción del proyecto; actualmente no existen más proyectos”, señala el economista.
¿En qué invertir?
El primer paso es focalizar la inversión a la infraestructura. El Perú se ubica en el puesto 89 de 140 a nivel mundial en calidad de infraestructura, según el Foro Económico Mundial (2015). Invertir en acceso y calidad de agua y desagüe, así como energía eléctrica, reducir los costos del transporte a través de mejores carreteras, puertos y aeropuertos, y potenciar las condiciones de la tecnología para la innovación, nivelaría la cancha de la productividad y la competitividad.
Además, la realidad adversa es un cultivo de conflictos sociales en zonas más desatendidas, menciona Fredy Vargas. Este nuevo énfasis de inversión debe disminuir las diferencias entre el sector urbano y rural (ver gráfico 2).
“Si no se reducen los tiempos de transporte y mejoran las condiciones para que los recursos (industriales, mano de obra y tecnología, entre otros) lleguen a todas las zonas del país, ¿cómo se puede lograr empresas competitivas en Perú?”, reflexiona el economista.
La OCDE ha identificado que la productividad del Perú se basa en la exportación de materias primas. La poca complejidad productiva del país es un indicador determinante para el crecimiento a largo plazo.
Cabe señalar que Perú está muy lejos del estándar de la OCDE en diversidad productiva.
Además, la OCDE señala que el país invierte poco en capital humano y conocimiento (para mejorar la calidad profesional), innovación e infraestructura (con la finalidad de reducir las distancias de movilización y la falta de acceso a servicios básicos). Este cambio debe ir de la mano con reformas institucionales para erradicar la corrupción y marcos normativos uniformes para una democracia efectiva.
Según Vargas, organizar la inversión hacia estos aspectos señalados por la OCDE asegura a largo plazo que los pedidos del peruano sean atendidos (una solución a la inseguridad ciudadana, a la corrupción en las instituciones o a la falta de calidad en la educación).
De esta manera, se resolverá el temor generalizado por la inestabilidad económica y se reforzará la efectividad del Estado para aumentar los presupuestos en los grandes sectores que requieren mayor inversión.