Bloomberg.- La investigación sugiere que factores que están fuera del control de un presidente de los Estados Unidos, no sus políticas, fijan el rumbo de la economía.
Sin embargo, entre los votantes, el presidente electo, Donald Trump, recibirá gran parte de los halagos o de las acusaciones en lo que se refiere al impacto de su agenda durante los próximos cuatro años.
He aquí un resumen que ilustra la economía que Trump -quien quiere centrarse en el “empleo, empleo, empleo”- heredará del presidente Barack Obama y cómo se compara con los estándares históricos.
El Producto Bruto Interno (PBI) continúa avanzando, a un ritmo anual del 1.7% a finales del tercer trimestre del 2016.
Se trata de una tasa más lenta que la que heredaron administraciones anteriores y se sitúa en un contexto de demanda mundial débil, envejecimiento demográfico y una tenue inversión corporativa.
Trump ha manifestado que su objetivo es alcanzar un crecimiento medio anual de entre 3.5% y 4%, pese a un pronóstico de crecimiento del PBI real de tan solo 2.2% el próximo año y de 2.3% en el 2018, según los economistas.
Las nóminas de empleos no agrícolas ascendieron en noviembre a 178,000, el cuarto peor dato de los diez presidentes entrantes incluidos en este análisis.
No obstante, la cifra supone una mejora importante frente a los aproximadamente 770,000 em-pleos perdidos cerca del Día de Elecciones del 2008.
La tasa de desempleo de 4.6% en el mismo mes coloca a Trump en una situación mejor que cinco de los seis presidentes anteriores, excepto George W. Bush, quien ganó las elecciones en el año 2000, cuando la tasa de desempleo era inferior a 4%.
El sueldo por hora en noviembre creció solamente 2.4%, una tasa inferior al dato de crecimiento salarial similar anunciado para cada uno de los siete presidentes electos analizados.
La situación de la inflación subyacente se está acercando al objetivo de la Reserva Federal (Fed) a medio plazo de 2%, casi sin cambios respecto a la situación heredada por los presidentes Obama, George W. Bush e incluso Bill Clinton.
Dicho esto, la Fed se centra en la inflación general, que incluye productos de alta volatilidad como el combustible y los alimentos y es actualmente más baja, en tan sólo 1.4%.
La producción industrial estadounidense cayó 0.6% en noviembre. Aunque no fue la contracción de 8.7% a la que tuvo que hacer frente Obama, dar un vuelco a esta tendencia será uno de los desafíos más importantes para Trump.
El presidente electo también se encuentra en una posición más ventajosa en lo que se refiere al mercado inmobiliario, en tanto en noviembre se inició la construcción de aproximadamente 1.1 millones de nuevas viviendas frente a las 652,000 de cuando Obama se convirtió en presidente electo a finales del 2008.
No obstante, en una mirada retrospectiva hasta 1952, éste es el segundo dato de noviembre más bajo de cualquier año de elecciones analizado.
Si bien la economía de hoy presenta un panorama variado respecto a los niveles históricos, una cosa está clara: según muchos indicadores, Obama ha dejado a Trump en el 2016 una economía en mejor situación que la que él heredó cuando fue elegido presidente en el 2008, en medio de la peor crisis económica desde la Gran Depresión.