Nicosia (Reuters) .- Chipre ha “contenido” el riesgo de bancarrota tras el duro acuerdo con la Unión Europea para un rescate y no tiene intención de dejar la moneda única, dijo el viernes el presidente de la isla.
El conservador Nicos Anastasiades buscó tranquilizar a los chipriotas y a los más adinerados depositantes extranjeros al decir que las restricciones a los movimientos bancarios impuestas esta semana serán levantadas gradualmente, aunque no dio una fecha.
Criticó a las autoridades bancarias tanto de Chipre como de Europa por inundar de dinero un banco chipriota incapacitado que ahora podría ser cerrado, según lo acordado en el plan de rescate por 10,000 millones de euros (12,800 millones de dólares) que evitó el riesgo inmediato de un colapso financiero.
“¿Qué grado de seriedad tuvieron esas autoridades que permitieron la financiación de un banco en bancarrota hasta la cantidad más elevada posible?” preguntó Anastasiades durante un discurso a funcionarios en la capital, Nicosia.
“No quiero decir más”, añadió. “Este no es el momento de decir quién tiene más o menos culpa”.
Anastasiades consiguió el acuerdo de última hora en Bruselas hace cinco días, pero ha afrontado numerosas críticas en casa, de parte de unos ciudadanos airados por su costo: la desaparición del segundo mayor banco de la isla, Banco Popular de Chipre o Laiki, y una quita sobre los depósitos superiores a 100,000 euros que podría poner punto final a la existencia de Chipre como centro financiero.
La isla también afronta fuertes pérdidas de empleos y una profunda recesión.
“Experimento”
El presidente, que apenas lleva un mes en el cargo y afronta la peor crisis en Chipre desde que la llegada de tropas turcas en 1974 causara una división de la isla en dos, acusó al bloque de la moneda única de hacer “demandas sin precedentes que obligaron a Chipre a convertirse en un experimento”.
Pero añadió: “No tenemos intención de dejar el euro. De ninguna manera experimentaremos con el futuro de nuestro país”.
Dijo que el peligro inmediato de una bancarrota nacional se ha evitado y que “la situación, pese a la tragedia que conlleva, está contenida”.
Las advertencias sobre un posible pánico en los bancos cuando reabrieran el jueves demostraron estar infundadas. Durante casi dos semanas, los chipriotas se vieron racionados con una retirada limitada de los cajeros. Incluso ahora, con los bancos abiertos, afrontan un régimen de estrictas restricciones diseñadas para evitar una fuga de capitales de la isla.
Esta decisión no tiene precedentes desde que el euro comenzó a circular en 2002, y contrasta con el principio de libertad de movimientos y productos básicos en la Unión Europea.
Las dificultades chipriotas han sacudido a la debilitada eurozona.
La imposición de controles sobre el capital ha llevado a algunos economistas a advertir de que podría surgir un “euro chipriota” de segunda clase, con los fondos atrapados en la isla valiendo menos que aquellos que puedan gastarse libremente en el exterior.
“Las medidas restrictivas temporales adoptadas respecto a las transacciones económicas serán levantadas gradualmente hasta que podamos volver a la normalidad”, afirmó Anastasiades.
El decreto gubernamental estableció que durarían siete días, pero el ministro de Exteriores, Ioannis Kasoulides, dijo el jueves que podrían prolongarse “alrededor de un mes”, y hay economistas que advierten que podrían pasar años antes de que la confianza en la economía chipriota rebote lo suficiente como para permitir levantarlas.