La producción minera mantiene un sólido crecimiento en lo que va del año y es uno de los pocos motores que sostienen la economía, pero los flujos de inversión hacia este sector siguen en caída libre y sin casi ninguna expectativa de revertir esta tendencia.
Durante el verano la inversión minera sumó US$ 1,014 millones, lo que significó una contracción de 44.1% frente al mismo periodo del 2015, según el último reporte de actividad minera del Ministerio de Energía y Minas (MEM).
Estos menores flujos se dan en momentos en que la caída de los precios de los metales hace poco atractiva el desarrollo de esta actividad. Además los conflictos socioambientales y la incertidumbre que genera el actual proceso electoral también se convierten en un desincentivo importante para las empresas.
Pero en detalle, la inversión minera se ha reducido significativamente en lo que refiere al equipamiento de planta (-48.2%), equipamiento minero (51.6%) y como es de esperarse exploración (-44.3%), que es una actividad de alto riesgo financiero.
Las firmas que siguen ejecutando sus inversiones son la compañía minera Antapaccay, Southern Copper, Las Bambas y Cerro Verde, aunque estos flujos son cada vez menores, dado que la mayoría de estos proyectos ya ha entrado a fase de explotación.
El problema es que a la vista ya no hay nuevos grandes proyectos mineros que vayan a significar una reversión de esta tendencia contractiva a la que ha entrado la inversión minera y las iniciativas importantes como Conga o Tía María no cuentan con la licencia social que les permita desarrollarse.
Bajo ese escenario, el propio Banco Central de Reserva (BCR) y el Ministerio de Economía estiman que la inversión minera se desplomará más de 30% este año, pese a que la producción sigue creciendo a cifras de dos dígitos. Ahora, sin nuevos proyectos es imposible sostener ese dinamismo.