El presidente Ollanta Humala anunció en su discurso por Fiestas Patrias que el Gobierno invertirá US$ 2,730 millones en la modernización de la refinería de Talara. Para el economista jefe del IPE, Pablo Secada, esta decisión no solo carece de sentido económico sino que es inmoral.
“Un aspecto cuestionable de la decisión es el costo de oportunidad. Esos US$ 2,700 millones podrían ser utilizados en cosas que los niños requieren, programas de madres gestantes, Qali Warma o programas contra la anemia o la desnutrición, entre otros. Por ello, en mi opinión es inmoral, inequitativo e ineficiente”, afirmó.
Para el economista, lo óptimo sería cerrar la refinería piurana (al igual que La Pampilla) e instalar tanques de almacenamiento de petróleo que serían administrados por los actuales concesionarios.
“La justificación política es absurda. Si hoy sucede un conflicto, con una bomba que te pongan en La Pampilla se acaba la payasada. Con el esquema que planteo, tendríamos tanques en Locumba, La Joya y Chiclayo”, argumentó.
El investigador concluye que la decisión de modernizar Talara responde a únicamente a una cuestión política, e intereses de personas que trabajan en Petroperú, o están relacionadas a la petrolera estatal.
“Petroperú es una empresa donde hay gente corrupta que hace lo que le da la gana desde hace décadas ¿Es estratégico darle más juguetes sin ningún sentido económico? Bienvenido a Macondo. No tiene ni pies ni cabeza”, fustigó.
Otro argumento sin mayor sustento –acotó- es la existencia de empresas petroleras estatales en la región como Ecopetrol, PDVSA, Ecopetrol y ENAP. “Nos están diciendo que mal de muchos es consuelo de tontos. Es como si mi hijo viniera y me dijera que le está pegando a su hermano porque su primo también lo hace”, criticó.
Ninguna justificación
Secada señaló que en principio no hay justificación económica para que el Gobierno participe en el negocio de la refinación. “En el debate sobre La Pampilla, no hubo ni un solo economista a favor que esgrimiera argumentos económicos sólidos”, recordó.
“Entiendo que no hay justificación económica para hacer Talara, ni para que el Estado hubiera invertido en Pampilla, ni para que en el Perú existan refinerías y punto. Podríamos ir hacia otro esquema que le convenga más a la sociedad, como importar los combustibles”, anotó.
Sin embargo, agregó, ya tomada la decisión de apostar Talara, existían alternativas más rentables que su modernización. “Podrían hacer una refinería nueva, pero no han querido. Otra opción era hacer la ampliación en Bayóvar. La misma empresa contratada por Petroperú decía que debía ser en Bayóvar, pero en Talara la gente ya vive de la refinería y están organizados”, comentó.