(AFP) El tratamiento de aguas residuales, marginal en el mundo, es clave para proteger la salud y el medioambiente, pero también para hacer frente a la escasez, según un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
“Las aguas residuales representan un recurso muy valioso, debido a la disponibilidad limitada de agua dulce en el mundo y a la demanda al alza”, estimó Guy Rider, responsable de ONU-Agua, en ocasión de la Jornada Mundial del Agua.
Durante décadas, la humanidad ha consumido agua a un ritmo más rápido que su producción natural, contribuyendo en algunas regiones al hambre, la enfermedad, la migración y hasta los conflictos.
Si no se actúa, la ONU prevé que en el 2030 la demanda mundial será superior en un 40% a las provisiones naturales.
Dos tercios de la humanidad viven en zonas donde la escasez de agua es patente durante al menos un mes al año. La mitad viven en China e India.
Más de 800,000 personas mueren cada año por el consumo de agua contaminada o porque no pueden lavarse las manos debidamente.
Las enfermedades relacionadas con el agua se cobran 3.5 millones de vidas anuales en América Latina, África y Asia, un dato superior a la suma de las muertes por sida y accidentes de auto.
Y el calentamiento global, que agrava la sequía, continuará, incluso en los mejores escenarios.
“Hay una necesidad absoluta de incrementar la seguridad hídrica para superar los desafíos que suponen el cambio climático y la influencia del hombre”, dijo Benedito Braga, director del Consejo Mundial del Agua, que agrupa a gobiernos, asociaciones y centros de investigación.
América Latina
Las aguas residuales procedentes de la agricultura, la industria y las zonas urbanas en los países en desarrollo son una de las principales causas del problema.
Los países más ricos tratan el 70% de las aguas residuales que generan, un dato que cae hasta 38% en las naciones de renta media y a 8% entre las más pobres, según el informe publicado por ONU-Agua y la Unesco.
En el mundo, el 80% de las aguas no son tratadas, una media que corresponde también a América Latina y el Caribe (entre el 70 y el 80%) para las aguas recuperadas de las redes del alcantarillado urbano, principal fuente de contaminación hídrica.
No obstante, algunos países han extendido considerablemente el tratamiento de las aguas residuales urbanas y Brasil, México y Uruguay reciclan más de la mitad del total, mientras que el tratamiento en Chile es casi universal, indica el estudio.
El informe estima paralelamente que la región debería invertir más de US$ 33,000 millones para que el tratamiento de aguas residuales se eleve a 64% en el 2030.
Reutilizadas 20 veces
Para el redactor en jefe del informe, Richard Connor, es esencial tener en cuenta que “el tratamiento de aguas residuales genera nuevas fuentes de agua”.
En Estados Unidos, el agua de algunos ríos es reutilizada hasta 20 veces antes de llegar al mar.
“En la Estación Espacial Internacional, el agua para lavarse y beber y la que procede de la orina ¡es la misma desde hace años!”, se exclama Connor.
A mayor escala, que el agua vuelva a ser de nuevo potable es posible: la capital de Namibia, Windhoek, trata el 35% de sus aguas residuales para volver a alimentar las reservas de agua potable y los habitantes de Singapur y San Diego (California) beben agua reciclada.
Pero el objetivo principal y el más fácilmente alcanzable es que el agua tratada sea utilizable en la agricultura, que representa un 70% de la demanda mundial de este recurso.
Jordania fue un precursor desde finales de los años 1970 (90% de las aguas tratadas están destinadas a la agricultura), mientras que otros países árabes empiezan a trabajar en ese sentido. Israel cuenta por su parte con casi el 50% de tierras cultivadas irrigadas con agua reciclada.
Con solo el 10% de las tierras irrigadas en el mundo de esta forma, el margen de progresión es enorme, según el estudio.