Caso Uber: Nuevo CEO no puede resolver toda la crisis solo

Uber debe decidir si es una compañía madura que empezará a construir un negocio sostenible y rentable o si todavía está en una fase adolescente de gastar para entrar en todos los países y las nuevas áreas de negocios que pueda.

Dara Khosrowshahi. (Foto: Bloomberg)
Dara Khosrowshahi. (Foto: Bloomberg)

(Bloomberg).- Uber Technologies Inc. finalmente se ha decidido por un nuevo presidente ejecutivo tras una larga y compleja pelea sobre qué visión de la compañía debe prevalecer. Una parte aún más difícil comienza ahora.

Uber debe decidir si es una compañía madura que empezará a construir un negocio sostenible, rentable, adecuado para una empresa cotizada en bolsa, o si todavía está en una fase adolescente de gastar como loca para entrar en todos los países y las nuevas áreas de negocios que pueda.

El problema es que la tempestad desatada por la elección de un nuevo presidente ejecutivo y la fea disputa aún en curso entre un grupo de inversionistas y el líder despedido, Travis Kalanick, reflejan una grieta en este tema fundamental de la estrategia de Uber, así como una al parecer irreparable división de las personalidades más importantes de la compañía.

Incluso un nuevo líder perfecto encontraría difícil triunfar en tales condiciones.

Esto es lo que enfrentará el nuevo presidente ejecutivo, Dara Khosrowshahi, en su primer día: una fila de reguladores enojados en muchos países que sospechan de las prácticas de Uber; una demanda judicial del primo corporativo de Google por el programa de autos autónomos de Uber; conductores irritados por la forma en que Uber los trata; una fuerza laboral desmoralizada por meses de titulares negativos y una cultura empresarial enferma; unos integrantes del directorio que escupen más veneno que los personajes de “El valle de las muñecas” y un fundador con desmesurado poder de votación que se veía a sí mismo como futuro presidente ejecutivo y parece decidido a aplastar a cualquiera que esté en desacuerdo con él.

¿Por qué querría alguien ser el presidente ejecutivo de tal revoltijo?

Independientemente de lo anterior, es saludable que el puesto de máximo responsable se ocupe porque hay muchas decisiones difíciles pendientes. Por ejemplo, la junta directiva discutió si debían asociarse con una compañía automotriz para las operaciones del auto autónomo de Uber, según reportó recientemente el sitio de noticias tecnológicas The Information.

La medida habría sido impensable bajo el mando de Kalanick, que había llamado a los vehículos autónomos una iniciativa de vida o muerte para su compañía. Pero la operación también viene costando una fortuna y tiene un potencial incierto. Una compañía madura tendrá que decidir si la iniciativa vale la pena la inversión. Un adolescente se arriesgaría sin dudarlo.

El destino del programa de autos autónomos es solo un ejemplo de la encrucijada entre la madurez y la adolescencia en el camino de Uber. La compañía tiró la toalla en China y Rusia cuando el negocio de viajes urbanos compartidos en esos países no compensó la burocracia.

Uber enfrentará decisiones importantes similares en otros países como India, donde compite con duros rivales locales. También debe decidir cuánto seguir invirtiendo en nuevas áreas, entre ellas la entrega de comida de restaurantes y, la más interesante, la logística.

Si Uber desiste de algunas ubicaciones geográficas o de parte del negocio de expandirse, ayudaría a su balance, pero al mismo tiempo limitaría lo que en algún momento pareció un mercado de potencial ilimitado para la compañía. Uber no se convirtió en la compañía tecnológica de capital cerrado de más alta valuación del mundo solo por sus operaciones de viajes urbanos compartidos.

Sus principales patrocinadores vieron eso como el primer paso de la misión de Uber de ser el intermediario de muchos negocios para emparejar la oferta y la demanda, incluida la entrega de paquetes y el transporte de mercadería en camiones. Si Uber recorta sus ambiciones, el techo de la compañía no estaría tan alto como creyeron los optimistas.

Otra de las preguntas urgentes para la compañía es si aceptar las ofertas de SoftBank y otras firmas ansiosas de comprar acciones de Uber –preferentemente con un fuerte descuento– de los actuales inversores de la compañía. El gran problema es cómo tales transacciones podrían alterar la conformación de la base de inversores de la empresa, y si eso resolvería algunas de sus diputas internas o las empeoraría.

Por ejemplo, es posible que SoftBank le compre acciones al inversor temprano de Uber Benchmark, un fuerte crítico de Kalanick al punto que contribuyó a su despido. Asimismo, Benchmark claramente quiere que Uber emprenda el camino de la madurez y, si su influencia en la compañía disminuye, es probable que el deseo de Kalanick de seguir con la filosofía detallista se prolongue.

Los desafíos empresariales de Uber serían difíciles de resolver aunque los dueños de la empresa estuvieran todos en la misma sintonía. Y no lo están. Kalanick es voluble y en cualquier momento podría perturbar las aguas para lograr lo que quiere y sembrar el caos en la empresa otra vez. Khosrowshahi fue al parecer una elección de compromiso como presidente ejecutivo. Estaba en una posición media entre el deseo de Meg Whitman de deshacerse de Kalanick y la lealtad de Jeff Immelt hacia el expatrón.

El rol más importante del nuevo presidente ejecutivo, entonces, es el de pacificador en jefe. Eso además de todas las otras decisiones importantísimas. Buena suerte. La va a necesitar.

Por Shira Ovide

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de Bloomberg LP y sus dueños.

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