Con el título del MBA en las manos y las herramientas de gestión desbordando de sus venas, llegó el gran momento: la hora de emprender y aplicar lo aprendido. Después de todo, se siente listo y poderoso, y hay una insignia nueva en forma de posgrado en su currículum que lo inmuniza de cualquier tipo de error… ¿O no?
No es fácil ser un amateur empresarial. La revista Forbes publicó los errores más comunes que cometen los recién egresados de programas MBA cuando van a emprender una nueva empresa o un nuevo negocio.
Fieles a las herramientas
Los MBA se gradúan con un conjunto de herramientas de análisis que pueden aplicarse fácilmente para resolver problemas conocidos de una manera deliberada. Una nueva empresa o emprendimiento necesitan personas que puedan identificar y priorizar los problemas, no solo resolver los que son ya definidos.
Experiencia limitada
El proceso de admisión de las escuelas de negocios solo hace hincapié en los grados de licenciatura y los resultados de las pruebas estandarizadas. La falta de experiencia puede generar problemas al gravitar en rubros como la consultoría.
Expectativas de oro
Los mejores programas de MBA son caros y sus graduados tienen expectativas salariales astronómicas. Según la Encuesta Mundial sobre la Educación de Graduados de Management 2012, la deuda promedio de los graduados de un MBA fue de US$ 45,000, mientras que la deuda de las mejores escuelas fue de US$ 90,000.
Este mismo informe señala que los MBA concederán un salario medio inicial de US$ 90,000; más un bono de US$ 15,000. Por desgracia, según informó Quacquarelli Symond, en promedio, los MBA esperan ganar US$ 153,000 al graduarse de una de las mejores escuelas.
Pensar versus actuar
Aunque su uso está en declive, muchas clases de MBA se siguen enseñando a través del método del caso socrático. Fuera de las aulas, nuevas empresas rara vez tienen tiempo suficiente información, o el dinero para ver el mundo a través del espejo retrovisor. Se valora más la ejecución que el análisis.
Actitud
Muchos graduados se centran más en el desarrollo de sus carreras personales, en lugar de construir equipos. Esta inclinación a un instinto asesino, en lugar de una cultura de colaboración, es perjudicial para nuevas empresas, que requieren que todos remen en la misma dirección, libres de dramas que impidan que el barco se hunda desde el inicio.