(Bloomberg).- La productividad se está estancando en EE.UU. y otras economías avanzadas, y hay una línea de pensamiento que sugiere que es probable que esto continúe. El motor de combustión interna y otros grandes avances no pueden volverse a inventar, según esta teoría, así que debemos resignarnos a un progreso más lento.
Dígaselo a empresas como Apple Inc.
Las empresas con los mejores resultados, que a menudo tienen un gran capital, registran más patentes y son multinacionales, están por delante de sus competidores en cuanto a productividad, según un número creciente de investigaciones. El hecho de que aún disfruten de un robusto crecimiento de su eficiencia sugeriría que ese tipo de descubrimientos que mejoran la producción aún se están dando, y que son los jugadores menos productivos los que se están quedando atrás.
Si esta brecha creciente en la productividad es la causa de la ralentización mundial, podría tratarse de una buena noticia, en realidad. Aunque es difícil para los gobiernos forzar la innovación, es posible que haya políticas que puedan ocuparse de los problemas que impiden que se desarrollen nuevas ideas e inventos. Y ese lado positivo tiene grandes implicaciones para el futuro, dado que una productividad más alta es necesaria para resolver los problemas globales de débil crecimiento y bajos incrementos salariales.
“Ha ocurrido algo que ha provocado una divergencia entre la productividad de las compañías situadas en la vanguardia de la productividad internacional y el resto”, ha declarado Dan Andrews, economista de la OCDE y uno de los principales investigadores de esta disparidad en la productividad. “La gran pregunta es: ¿qué mecanismos hay detrás, y qué puede hacer la política para solucionarlo?”
Dos campos.
La investigación de la productividad a menudo se divide en dos campos. Los tecno optimistas, como Erik Brynjolfsson del Instituto Tecnológico de Massachusetts, creen que nos encontramos en una era de rápida innovación que, sencillamente, va a tardar en reflejarse en los datos económicos.
Los tecno pesimistas, como Robert Gordon de Universidad Northwestern, consideran que todas las grandes innovaciones que han cambiado nuestra forma de vida fueron impulsos momentáneos que es poco probable que lleguen a ser igualados por los avances actuales.
La teoría de la divergencia se sitúa en un punto medio. Andrews y sus colegas piensan que todavía se están dando en todo el mundo innovaciones capaces de mejorar la productividad —si no fuera así, las empresas situadas en la vanguardia de la productividad no seguirían avanzando— pero no necesariamente van a llegar a ser de uso general o a impulsar los datos de productividad más allá de su moderado patrón actual.
En el corazón de la incertidumbre: los investigadores no pueden afirmar con seguridad por qué ha aumentado la brecha entre las empresas más productivas y el resto.
Las empresas situadas en la vanguardia de la productividad tienen características comunes. Tienden a tener una mayor ratio de capital por trabajador; por ejemplo, más robots o máquinas.
También suelen ser mayores en términos de ventas, si nos basamos en la investigación de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico. Presentan más patentes y es más probable que sean parte de grupos multinacionales.