Ciudad de México (AP).- Iván Flores se pasa el día transportando partes a ser usadas en una planta del centro de México que fabrica camionetas Audi a ser vendidas en Estados Unidos y se ríe cuando le preguntan si podría comprar un modelo Q5 de US$ 40,000 producido en esa planta con su sueldo de US$ 2.25 la hora.
“Para nosotros sería un sueño comprar un Q5, pero jamás podremos hacerlo”, declaró Flores, quien tiene 40 años y mantiene a tres hijos con su sueldo de 110 dólares semanales.
Desde los tiempos de Henry Ford, se dice en Estados Unidos que los trabajadores de la industria automotriz ganarían lo suficiente como para comprar los autos que fabrican. En Estados Unidos y Europa, la llegada de una planta automotriz conllevaba el surgimiento de comunidades de clase media, con empleados que podían tomarse vacaciones, comprar casas y autos, y hasta casitas de campo y lanchas.
Pero en México, donde la industria automotriz vivió un boom gracias al Tratado de Libre Comercio de América del Norte con plantas como la que Audi abrió en el estado de Puebla en el 2016, esta actividad dio paso a algo diferente: una clase obrera que apenas puede sobrevivir, con empleados que viven en pequeños departamentos en complejos subsidiados por el gobierno, por los que pagan durante décadas.
Muchos no pueden darse el lujo de comprar ni siquiera un vehículo usado, pues les queda escasos US$ 50 por semana después de las deducciones hipotecarias y de las comidas en la cafetería de la fábrica.
¿Por qué se estancaron los sueldos de la industria automotriz en México mientras que los de las fábricas chinas subieron, a pesar de las promesas de que el TLCAN haría aumentar los ingresos? Esa es la pregunta que se hacen los negociadores que se aprestan a iniciar una tercera ronda de conversaciones en Ottawa, Canadá.
Irónicamente, el presidente estadounidense Donald Trump, considerado uno de los peores enemigos de México, está haciendo hincapié en los bajos sueldos de México, diciendo que habría que mejorar las protecciones de los obreros.
“Es irónico, ¿no?, que nos esté tirando tanto y que a la vez, nos puede beneficiar, que está destapando la cloaca”, expresó el obrero de Audi Eduardo Badillo, de 34 años.
La clave en la industria automotriz mexicana podrían ser los contratos de “protección” firmados mucho antes de que las plantas abran.
Como ocurre en muchas fábricas de México, muy poco empleados de Audi votaron para elegir a los líderes de su sindicato y no lo podrán hacerlo por años.
Documentos del gobierno indican que el 24 de enero del 2014, casi tres años antes de que abriese la planta de Audi el 30 de septiembre del 2016, la empresa firmó un contrato con el sindicado que fijaba sueldos que iban de US$ 1.40 a 4 la hora. El sindicato asegura que nadie recibe el sueldo más bajo y que la mayoría percibe US$ 2.25 la hora.
Cuando los 5,000 obreros de la planta fueron contratados finalmente dos años después, se toparon con un sindicato y un convenio laboral por el que muy pocos habían votado. Debido a la escasez de buenos empleos en México, hubo muchos postulantes, incluidas personas con títulos universitarios. El convenio contempla aumentos anuales del 6% aproximadamente, que durante algunos años fueron mayores que la inflación pero que ahora están por debajo.
“Todo el mundo sabe cuáles son las condiciones. Estos son los sueldos y este es el sindicato”, comentó el líder sindical Álvaro López Vázquez. “Tú decides. Si no aceptas, puedes buscar en otra parte”.
López Vázquez se negó a decir cuánta gente votó cuando fue elegido en el 2013. Sus opositores afirman que fueron apenas un par de docenas de personas. Agrega que no piensa convocar ninguna asamblea ni reunión hasta el 2020.
“Este es un sindicato democrático, donde los agremiados pueden votar cada seis años”, sostuvo.
López Vázquez y la empresa afirman que la planta paga sueldos por encima de los del promedio en este sector. Audi dice que paga bonificaciones y que respeta al sindicato.
Una planta de Nissan en otro estado paga de 2.40 a 4.75 dólares la hora. Pero los obreros de muchas otras plantas reciben también cupones para comprar alimentos, y los de Audi no. El sueldo mínimo de México, que muy poca gente gana, es de unos 50 centavos de dólar la hora.
El tema de fondo es la posibilidad de expresarse que tiene un obrero, según Juan Carmona, de 35 años y quien dice que fue despedido de una planta de ensamblaje promover un llamado a elecciones en el sindicato. La compañía lo niega, pero no dice por qué fue despedido.
Un reciente cambio en la Constitución nacional estipula que los sindicatos deben demostrar que los convenios colectivos de trabajo que firman tienen el apoyo de los trabajadores que representan. Pero nadie se asegura de que eso sucede. La secretaría del Trabajo se abstuvo de responder a pedidos de comentarios.
Alex Covarrubias, profesor de asuntos laborales del Colegio de Sonora, dijo que esos contratos de “protección” son algo común en México. “Casi todos los convenios (colectivos de trabajo) que se firman en México son ilegales, lo que quiere decir que son contratos de las empresas, que los trabajadores ni saben que existen”. La central obrera más grande del país es parte del Partido Revolucionario Institucional de gobierno.
Los salarios bajos, y la proximidad con los mercados estadounidenses, son los principales atractivos que llevaron a empresas como Audi, Kia, Mazda, Toyota y BMW a abrir plantas en México en el último par de años.
López Vázquez, el líder sindical, destacó que otras empresas pagan menos que Audi. En marzo del 2016, indicó, BMW firmó un convenio laboral para una planta que todavía no había abierto que contemplaba sueldos de hasta un dólar la hora. El ingreso máximo era de 2.30 dólares la hora.
BMW dijo en un comunicado que “nuestros salarios, combinados con los beneficios, son competitivos y están a tono con la región y el mercado”.
Los gobiernos se han esforzado por atraer plantas, ofreciendo tierras, infraestructura y concesiones impositivas. El estado de Puebla incluso creó una nueva “ciudad modelo” en tierras en desuso cerca de la planta de Audi, pero sus edificios de departamentos nuevos están casi vacíos porque son demasiado caros para los obreros de la planta.
López Vázquez dio a entender que un sindicato dócil era otro de los atractivos que facilitaron la apertura de la planta en Puebla. “Si no hubiésemos formado este sindicato, si no hubiésemos firmado este contrato, a lo mejor se habrían ido a otra parte”, sostuvo.
“Nuestra filosofía es ganar – ganar; si a la empresa la ve bien, a todos les va bien”, agregó. Señaló que el bajo nivel de sueldos responde a que el costo de la vida es muy distinto en México. “No podemos ganar lo que ganan ellos (los obreros estadounidenses). Seríamos millonarios”.
Badillo, el obrero de Audi, dijo que se daría por satisfecho ganando la mitad de los US$ 34 la hora que perciben los obreros estadounidenses.
Badillo es un empleado típico. Trabaja en el departamento de pintado y vive con su hijo Alejandro, de 13 años, y su hija Noemí, de 11, en un pequeño departamento subsidiado por el gobierno de 47 metros cuadrados (500 pies cuadrados) por el que pagará por décadas.
Igual que otros empleados de Audi, empezó estudios universitarios en electrónica y gana 120 dólares a la semana. Su esposa trabaja en una tienda por departamentos y gana menos que él. Una vez pagados la hipoteca, los servicios públicos y los impuestos, les quedan unos 50 dólares a la semana para comida, estudios y otros gastos.
Badillo no puede comprarse un auto. Toma un autobús de la empresa y viaja dos horas a la ida y dos horas a la vuelta. A Alejandro le encantaría tener videojuegos Xbox y Noemí sueña con una tableta, pero saben que sus padres no pueden costearlos.
Los sueldos son tan bajos que México está atrayendo plantas de China, donde los salarios en las fábricas subieron a 3.60 dólares la hora en el 2016.
Badillo dijo que los sueldos tan bajos le hacen temer por el país.
“Lo que no queremos es que los chicos terminen ensamblando teléfonos celulares, pero vamos en esa dirección”, expresó. “No quiero ver a México así. Quiero que México progrese”.