Planes de gasto de CEO europeos podrían no gustar a activistas

Después de años de no invertir en sus propios negocios, los empresarios dan muestras de confianza en la mejora de la economía de la región y en un panorama político más estable.

(Bloomberg) Mientras los activistas presionan a las empresas más lentas de Europa con demandas de ganancias a corto plazo para los accionistas, los líderes empresariales de la región tienen la mira en el futuro.

Este año los miembros del índice Stoxx Europe 600 están dispuestos a gastar unos 19.5 millones de euros (US$22 millones) por índice en promedio para renovar equipos y construir fábricas, una suma que no se ve desde la crisis financiera mundial. También es el mayor aumento interanual de ese gasto en más de una década.

Después de años de no invertir en sus propios negocios, los empresarios dan muestras de confianza en la mejora de la economía de la región y en un panorama político más estable.

Si bien este gasto carece del atractivo de grandes recompras, dividendos especiales o adquisiciones para los accionistas, una reactivación del gasto de capital podría proporcionar una agradable fuente de crecimiento en un mercado donde las ventas orgánicas siguen siendo lentas.

“Hasta hace poco no había una buena razón para el gasto de capital”, dijo Thomas Thygesen, jefe de estrategia de activos de SEB AB en Copenhague. “Europa ahora está creciendo impulsada por la demanda interna. Un CEO puede sentirse cómodo al comprometerse con nuevos equipos o la construcción de una nueva planta”.

Los datos recientes sugieren que Europa está mejorando en ser autosuficiente, que es menos dependiente de una moneda débil y del crecimiento de las exportaciones.

El desempleo es el más bajo en ocho años, los pedidos fabriles han impulsado el mayor crecimiento de la manufactura desde 2011 y los consumidores no tenían tanta confianza desde hacía 16 años.

A la combinación de factores positivos hay que sumar el menor riesgo político debido a las elecciones en los Países Bajos y en Francia, cuyos resultados fueron favorables para el mercado.

En ningún lugar es más evidente el impulso renovador industrial de Europa que en Alemania, donde las compañías automotrices y las empresas de maquinaria invierten miles de millones de euros para modernizar su equipamiento y competir con rivales extranjeras.

Entre ellas se cuenta Siemens AG, cuyo máximo responsable ha logrado hasta ahora mantener a raya a los inversores activistas y concentrar los gastos en la construcción para el futuro. En Francia, la operadora de telecomunicaciones Orange SA ha reservado 7,200 millones de euros para invertir en sus redes este año.

Los inversores activistas tienden a agitar en aras de rendimientos más altos, a menudo buscando valor para los accionistas por medio de desinversiones, recompra de acciones y dividendos. El gasto de capital y en investigación y desarrollo bloquea dinero adicional durante un período más prolongado.

Lo que está en juego para las empresas europeas es una rentabilidad rezagada, que padece el doble golpe de la última década de crisis financiera y de deuda soberana en la región.

Con un 5.5%, el margen de beneficio medio del Stoxx 600 sigue siendo sólo la mitad de lo que era en 2007 y se ve eclipsado por el margen de 9% de las empresas del índice S&P 500.

La medición europea ha quedado rezagada respecto de su par estadounidense cada año desde 2009.

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