Muchos líderes están operando en modo de supervivencia y no tienen la influencia que una vez tuvieron, por lo que poco a poco van perdiendo la confianza de quienes están bajo su cargo. Según Forbes, estos son los motivos por los cuales los colaboradores desconfían de sus líderes:
Poco coraje.
Los líderes que no defienden sus convicciones pueden no ganarse el respeto ni la confianza de sus colaboradores fácilmente. Muchos gastan demasiado tiempo tratando de actuar como los otros líderes de la organización, en lugar de establecer su propia identidad y estilo de liderazgo.
Los empleados están siempre atentos a lo que sus líderes hacen. Saben que si sus líderes no son lo suficientemente inteligentes como para moverse a una posición de mayor influencia, les será más complicado ser descubiertos.
Agendas ocultas.
A pesar de que ser políticamente astuto es importante, los líderes deben tener cuidado de no dar a sus empleados la impresión de orquestar “agendas ocultas”. Deben demostrar que están mucho más preocupados en lograr las metas y objetivos fijados.
En otras palabras, los empleados quieren creer que sus líderes están centrados en la mejora del equipo. Si esto requiere maniobras políticas bien intencionadas para avanzar en metas y objetivos, todo bien; pero si la única intención del líder es protegerse a sí mismo y cuidar su agenda personal, perderá rápidamente la confianza de sus colaboradores.
Egocentrismo.
Si los empleados han descubierto que el líder tiene agendas ocultas, comprendarán que las decisiones de esa persona responderán a intereses particulares. Si el líder vela únicamente por su bienestar y carece de compromiso para con sus colaboradores, perderá la confianza de éstos últimos.
Los grandes líderes son grandes entrenadores y siempre buscan ayudar a sus empleados a crecer y prosperar. Cuando no tienen ningún deseo real de ser mentores, entrenadores y/o guias, resultará cada vez más difícil que sus empleados le entreguen su confianza.
Complacencia.
Cada líder tiene que ser consciente de que está siendo constantemente evaluado y por lo tanto nunca puede ser complaciente. Cuando lo hace, comienza a afectar negativamente su reputación y la confianza que los empleados le tienen a su liderazgo.
No ensuciarse las manos.
Los líderes deben tocar el negocio, tanto como lo conducen. Cuando comienzan a delegar en exceso y no se ensucian las manos, los empleados empiezan a cuestionarse si su líder sabe realmente lo que se necesita hacer en el trabajo. Por lo tanto, la desconfianza entre los integrantes del equipo sube cada vez más.
No reconocer el esfuerzo de otros.
Los empleados no quieren sentir que se están aprovechando de ellos, sobre todo, durante una época en que se les pide que hagan más con menos. Por ese motivo, los líderes deben ser capaces de apreciar a sus empleados y ser conscientes de sus esfuerzos.